L a pandemia ha puesto de relieve cómo la falta de accesibilidad y de recursos adaptados merman la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad auditiva, la atención que reciben y su acceso a los distintos bienes y servicios. Esto se refleja en el ámbito laboral. El uso obligatorio de la mascarilla ha añadido otra barrera comunicativa más a todas aquellas que ya impedían, en la era precovid, el acceso en igualdad de condiciones de las personas sordas al mercado de trabajo, así como su estabilidad y promoción dentro de las empresas.

“Hoy, más que nunca, ante la situación de incertidumbre que se está viviendo en el mercado laboral, reivindicamos, tanto a los servicios públicos de empleo como al sector empresarial aragonés, un compromiso, sin excusas, en la inserción laboral de las personas sordas o con discapacidad auditiva, que nos permita ser sujetos activos, aportando nuestro valor añadido”, reclama Jesús Carlos Laiglesia, responsable de relaciones institucionales de la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (ASZA).

“El uso de mascarillas y la distancia interpersonal dificultan enormemente la comunicación ya que, además de la información lingüística, las personas sordas dependen en gran medida de las expresiones faciales o visuales y de la lectura labial”, expone Laiglesia. Pero, a día de hoy, “asegurar que la comunicación tiene lugar sin poner en riesgo la seguridad propia y la de las personas que nos rodean parece, a priori, incompatible”, sostiene, puesto que “prescindir de la mascarilla sigue sin ser una opción viable”, admite con resignación.

Esta situación preocupa a las familias de menores sordos con la reciente la vuelta a las aulas. Es cierto, apunta, que “las mascarillas transparentes pueden suponer una mejora en el acceso a la información y a la comunicación del alumnado sordo. Si bien no hay que olvidar que han de reunir las especificaciones técnicas y biosanitarias que requieren este tipo de productos”. Pero, por el momento, no existe ningún modelo homologado que garantice la eficacia de este tipo de cubrebocas.

Por ello, el representante de ASZA reclama que en la enseñanza se tengan en cuenta las necesidades específicas de los estudiantes con baja o nula audición “para que no pasen ni un solo día sin intérpretes ni las ayudas técnicas que requieran”.