Reportaje

Sentido común y empatía

La presidenta de la Federación Aragonesa de Solidaridad recuerda que ningún país saldrá de la crisis del coronavirus si no salen también los demás, y eso solo se logrará cooperando

Sentido común y empatía

Sentido común y empatía

Ceren Gergerglu, Espacio3

La pandemia global nos ha puesto a prueba en muchos sentidos. Nos ha traído muchas preguntas y se ha visto que las respuestas urgen. Hay, y habrá, consecuencias: algunas medibles, y otras que nunca conseguiremos cuantificar.

Toda la comunidad, en nuestros barrios, en nuestra ciudad, en Aragón, en el mundo, ha estado buscando, en ellas mismas y en las políticas públicas, acciones coherentes y conformes al buen juicio, lógicas y validas; es decir: dentro del sentido común.

Perdiendo seres queridos y leyendo a diario las cifras de vidas perdidas, la preocupación y la incertidumbre han despertado en millones de personas el anhelo de la capacidad de percibir, compartir en los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás. Se han dado cuenta de que aquello era vital para la vida en una sociedad. Se buscaba la empatía.

Estos dos factores, que han sido y siguen siendo protagonistas de la vida de millones de personas, nos llevan a preguntarnos sobre las consecuencias que la pandemia está dejando en los países que ya enfrentaban graves problemas económicos, medioambientales, sanitarios o educativos. Sin olvidarnos tampoco de los países en los que la emergencia sanitaria está siendo utilizada como excusa para saquear los territorios, endurecer leyes contra la libertad de expresión ciudadana y perseguir a defensores y defensoras de derechos humanos, que también se están viendo recortados.

Igualmente, estos dos factores fundamentales, el sentido común y la empatía, conectan nuestras vidas con estos países. Como dicen las instituciones autonómicas encargadas de las políticas públicas de cooperación internacional, «de la crisis se sale cooperando». Sabemos y repetimos que la cooperación es esencial para apoyar a la sociedad civil local, promover la garantía de los derechos humanos y sostener condiciones básicas de vida, allí y aquí. Así que la formula resultante es fácil: todos los países del mundo vivimos en interdependencia. No saldremos de esta crisis si no salimos todos, cooperando.

El mismo sentido común busca la coherencia entre discursos, compromisos y hechos. Se busca la coherencia de todas las políticas públicas, entre las agendas internacionales, las estrategias, los pactos…

El último informe elaborado por la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) que analiza la ayuda oficial al desarrollo aragonesa dice que el Gobierno de Aragón está muy lejos de su meta de mínimos. Sin embargo, esperamos que los próximos presupuestos autonómicos garanticen la recuperación de todo el camino que no se ha avanzado, para que la institución más grande de nuestra comunidad siga adelante.

Cumplir el Pacto aragonés por la Cooperación al Desarrollo en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no es solo un deber político coherente, sino que es un acto de sentido común y empatía para aportar, aunque sea lo mínimo que se pueda, a la solución de los problemas que nos afectan como humanidad, tal y como fue firmado hace dos años en las Cortes de Aragón.

Es oportuno recordar las palabras de la ministra de Exteriores y Cooperación, Arancha González Laya, en junio: «En España hemos visto lo que supone que el sistema sanitario sea puesto a prueba y cómo afectan las medidas de confinamiento. Ahora, imaginen lo que significa esto en otros países, algunos vecinos. Ayudarles es una cuestión ética y moral, pero también una inversión. Es ayudarnos a nosotros mismos. No dejar a nadie atrás no se puede poner en cuarentena».

Y también las palabras del ministro de Sanidad, Salvador Illa, en julio: «Esto no va de ideología, esto es una pandemia y se combate con criterios médicos y de salud pública. Y lo solucionamos en el mundo y lo solucionamos para todo el mundo. Esto no va de egoísmo. Una pandemia es lo más alejado de esto. Hemos de curarnos todos juntos y todo el mundo».

Ahora nos toca a nosotros pronunciar nuestras palabras. Hagamos que Aragón tenga una política pública de cooperación al desarrollo coherente, empática y dentro del sentido común.

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