Kelly, Alex, Marta, Blas, Violet y Bambi son un ejemplo de diversidad, compañerismo, amor a los animales y compromiso social. Y también son los personajes protagonistas del cómic Medicus Joven, una obra fresca y comprometida que ha nacido de los lápices de colores del grupo de voluntariado joven homónimo de Medicusmundi Aragón.

Esta historieta gráfica puede disfrutarse de manera inmersiva en una exposición que alberga el Espacio Saura del Consejo de la Juventud de Zaragoza (calle San Lorenzo, 9) hasta el 31 de marzo. Y también online, desde la plataforma People Art Factory. Combina diversos estilos, pues se trata de una obra colaborativa, y se complementa con una serie de vídeos que explican todo el proceso creativo, qué significa para las personas que forman el equipo hacer un voluntariado social y algunas de las actividades y proyectos que han desarrollado en los últimos años.

El tebeo narra en un tono original y divertido qué es Medicus Joven, el equipo de voluntariado de la oenegé de cooperación internacional, formado por zaragozanos de entre 16 y 20 años que, al igual que sus trasuntos del cómic, rebosan de ganas de cambiar el mundo. Son personas comprometidas con los derechos humanos, el consumo responsable, la igualdad de género y el medioambiente.

Esta iniciativa surgió de la necesidad de contarle al mundo, de un modo creativo, qué se hace en Medicus Joven e invitar a más jóvenes a sumarse. «Es un grupo que procede de distintos institutos de la ciudad, por lo que inicialmente no se conocen y muchas veces vienen individualmente, pero que aprenden a trabajar en equipo y a tratar y profundizar en asuntos que afectan a nivel global», explica la coordinadora del proyecto, Maite Muñoz.

«Al final, los participantes hacemos piña y eso, quieras que no, permite que, cuando una acción se ejecuta en grupo, salga mejor, y con más visibilidad», subraya Violeta Lalmolda, zaragozana de 19 años, estudiante de Ciencias Ambientales en Huesca y una de las voluntarias de Medicus Joven.

Violeta se unió a esta experiencia hace casi tres años y asegura que ha supuesto «un aprendizaje continuo. Además, afirma que «trabajar en equipo por el bien común que me llena de energía. Después de cada actividad que tenemos me siento vigorizada». Y, de paso, «puedo aprovechar para conocer gente, instituciones y eventos de mi ciudad, o de España, porque también en Navarra hay otro grupo Medicus Joven, al cual fuimos a visitar una vez».

Por su parte, Marcelo Moreno, estudiante de Bachillerato de 17 años, se apuntó a este grupo «primero, por convicción ideológica. Creo en el altruismo y en la capacidad que tenemos de hacer cambios en la sociedad a nivel personal, aunque vayan muy poco a poco. Y, por otra parte, porque me encanta conocer gente nueva y el aporte que te da el voluntariado a nivel personal es enorme», sostiene. «Siempre me aporta más de lo que yo he podido dar».

Como en toda acción de voluntariado bien planificada, una parte esencial es la formación. Con esa finalidad, Medicusmundi creó los denominados Grupos de Acción Social (GAS), en los que estos jóvenes participan en sesiones formativas sobre temáticas sociales, de participación ciudadana y transformación social. «El voluntariado te obliga a informarte e implicarte en problemas a los que probablemente no prestarías atención de otra forma», opina Marcelo.

En los GAS, «las actividades son muchas y muy diversas, siempre con un objetivo común: mejorar el mundo en el que vivimos”, apunta Maite. «Pueden ser acciones de visibilización de problemas o causas sociales, de concienciación sobre qué podemos hacer, de investigación para saber más... Siempre siguiendo un proceso educativo en el que todas las personas del equipo deciden qué temas se van a trabajar y qué actividades realizaremos. Por eso se trata de un proyecto colaborativo: todo el mundo aporta, propone y da su opinión, y eso enriquece a todo el grupo», detalla la coordinadora de los voluntarios, que se reúnen cada sábado por la mañana en la sede de Medicusmundi.

«Reflexionamos, pero también actuamos», puntualiza Violeta. «Colaboramos con otras entidades, hacemos talleres con niños y participamos en actividades de otros colectivos con los que compartimos objetivos o ideas, como la lonja del comercio Justo o la muestra de cine feminista de la Casa de la Mujer», indica.

Una de las acciones que más huella le ha dejado es una investigación que el grupo realizó hace poco sobre la variación de los precios de los alimentos durante la pandemia. «Es de las actividades a las que más horas hemos dedicado, también de las más formales, y me han parecido muy interesantes las conclusiones que hemos podido sacar», afirma.

Todos estos aprendizajes y vivencias ayudarán el día de mañana a estos jóvenes en su futuro profesional. «Además del desarrollo personal, también puedes añadir los trabajos de voluntariado a tu currículum o aprovechar para obtener créditos universitarios», asegura Marcelo. Pero, sobre todo, cree que el voluntariado puede contribuir a mejorar la vida en sociedad, «no solo porque está enfocado hacia la justicia social, también porque es un ejercicio empático enorme».

Por eso, Marcelo recomendaría a otros jóvenes a que probaran la experiencia de hacer voluntariado. «Creo que, si tienen tiempo y energía, deberían por lo menos probarlo. Como ya he dicho, no solo van a ayudar a mejorar el mundo en el que viven, también van a recibir más de lo que van a dar».