¿Cuál es la función del asistente personal?

Ana López: Es la figura profesional que proporciona el apoyo necesario a quien tiene limitaciones funcionales para su autonomía personal, facilitándole la realización de las actividades y tareas que se llevan a cabo en el día a día. En el caso de quien tiene un problema de salud mental o psicosocial, proporciona información, capacitación y entrenamiento para mejorar su proceso de toma de decisiones, facilita su desenvolvimiento personal y, en definitiva, la propia gestión de su proyecto de vida de forma autónoma.

¿A qué dedica su jornada laboral?

Isabel Arcéiz: Su trabajo está marcado por las necesidades que expresa mejorar la persona beneficiaria, por lo que es muy personalizado. Hay quien requiere apoyo para establecer pautas y rutinas que estructuren y organicen su tiempo, otras requieren ayuda para programar horarios para levantarse, asearse, hacer la compra o las tareas del hogar. Otras solicitan supervisión de la toma de medicación o acompañamiento a consultas médicas o realización de gestiones administrativas. Muchas son las que se benefician del establecimiento de actividades más sociales y de ocio, lo que disminuye su soledad, mejora sus relaciones interpersonales y estimula su participación social.

¿Debería potenciarse más este apoyo?

A. L.: La ley lo contempla, pero destinado a personas con movilidad reducida. Además, son pocas las personas con problemas de salud mental, discapacidad psíquica o psicosocial que obtengan grado suficiente de dependencia para optar a este derecho, por lo que confiamos más en la ley general de derechos de las personas con discapacidad para su implementación. Si no se impulsa esta figura, el colectivo quedará relegado a intervenciones más paternalistas y protectoras.

¿Favorece otro modelo de cuidados?

I. A.: En la vida de las personas que están sobreprotegidas suele reproducirse el efecto Pigmalión o profecía autocumplida; si creemos que no pueden desenvolverse, no les ofrecemos oportunidades de desarrollo. Esta figura impulsa la toma de decisiones, aunque se equivoquen en ellas, pero les proporciona las herramientas para progresar y el apoyo para no dejarles desasistidas.

¿Debería ser un derecho?

A. L.: La Ley de promoción de la autonomía contempla la prestación por asistente personal para las personas que dependientes. Y la ley de derechos y garantías de las personas con discapacidad en Aragón se pronuncia en el mismo sentido. Ahora bien, con el aval de la Convención de los derechos de las personas con discapacidad de la ONU. Esto no debería ser así porque la citada convención reconoce la figura del asistente personal, pero sin restringirla a las personas que tengan reconocida una dependencia, sino con carácter general a las personas con discapacidad que requieran de apoyos para poder ejercer su autonomía y en la toma de decisiones. Debemos luchar para que no existan condicionantes jurídicos en el acceso al asistente personal para lo necesite, aunque es evidente que deben concurrir unos requisitos o condiciones.

¿Se aplica en Aragón?

A. L.: No, por lo que solo se puede acceder a ella de forma privada, salvo que se esté en situación de incapacitación judicial, a quienes se facilita en cierta medida. En Asapme tenemos mucha experiencia, ya que proporcionamos este servicio al propio Gobierno de Aragón, para las personas tuteladas. Pero el resto de la ciudadanía lo tiene que sufragar, por lo que es inaccesible para personas sin recursos económicos. Sin embargo, en otras comunidades como País Vasco y Castilla y León llevan tiempo prestando el servicio.

¿Sale más caro al Estado que otras alternativas?

A. L.: Por un lado, la emancipación que proporcionan estos apoyos reduce sustancialmente la necesidad de estancias hospitalarias costosísimas, ya que mejora el pronóstico de muchas enfermedades mentales al mantener la estabilidad emocional, mejorar la autoestima y empoderar a la persona afectada, lo que la hace más participativa en su proceso recuperador. También facilita la permanencia en el hogar de quien afronta una enfermedad mental o discapacidad intelectual, lo que es más económico que una estancia residencial. Pero no solo debemos fijarnos en los costes económicos, y es que la libertad y la dignidad de las personas no tiene precio.

¿A quién va dirigido el curso sobre asistencia personal de Asapme?

I. A.: Diseñamos el curso para profesionales de los cuidados asistenciales en ayuda a domicilio o en residencias, ya que proporciona un cambio de paradigma en su atención, más humanizado y centrado en la persona. También para técnicos de intervención psicosocial en salud mental y discapacidad psíquica. Curiosamente se han inscrito también cuidadores no profesionales que desean atender a sus familiares mediante este modelo de vida independiente. El formato online facilita su realización tanto para profesionales en activo como desempleados.

¿Qué contenidos se abordarán?

I. A.: Se ofrece una visión general de los perfiles de personas beneficiarias, que proporcionará un psiquiatra y un experto en discapacidad intelectual. Una parte fundamental es el abordaje emocional, humanista y afectivo en la intervención, proporcionado por una psicóloga. La evolución de los modelos de intervención y su aplicación práctica las impartirán una terapeuta ocupacional y una maestra, ambas expertas en vida independiente. También se contempla la formación en cuidados de la salud por parte de un enfermero. El marco legislativo correrá a cargo de una jurista experta en discapacidad. Todo el equipo tiene una dilatada trayectoria profesional y docente.

¿Tiene potencial como nicho de empleo?

I. A.: Desde el movimiento asociativo tenemos que impulsar una revolución en la atención a la salud mental y a la discapacidad intelectual, por lo que el futuro de la atención domiciliaria especializada va a generar numerosos puestos de trabajo en el sector. Por ello, hemos apostado por la formación. Prueba de ello es la buena acogida que está teniendo el curso de Asapme, incluso internacional, con asistentes de México y de Colombia.