En un mundo cada vez más interdependiente y globalizado, la intolerancia hacia lo diferente, las migraciones o la pobreza son valores al alza, jaleados por personas y colectivos con pocos escrúpulos democráticos. La educación para el desarrollo y la ciudadanía global es la respuesta para hacer frente a esta tendencia.

En el año 2017, el Gobierno de Aragón y la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) impulsaron un proceso participativo para elaborar la Estrategia aragonesa de Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global, que estará en vigor hasta el 2023. Justo en el ecuador de este periodo, la FAS están coordinando el seguimiento de dicha estrategia en las tres provincias aragonesas.

Este jueves, en colaboración con el Ejecutivo autonómico, representantes de los distintos agentes implicados en su implementación (administraciones públicas, oenegés de desarrollo, comunidades educativas, entidades sociales y medios de comunicación) se darán cita en Teruel. Así, darán continuidad a este proceso de evaluación iniciado en febrero, tras las reuniones celebradas en Zaragoza, que contaron con el apoyo del ayuntamiento de la capital aragonesa y de la diputación provincial.

«Además de conocer el trabajo que cada quién realiza en materia de sensibilización y educación para la transformación social, se dará seguimiento a la implantación de la estrategia en la provincia de Teruel y se explorarán posibilidades de establecimiento de sinergias y trabajo en red con el objetivo de avanzar de manera coordinada en la transformación social hacia la construcción de una sociedad más solidaria, justa y equitativa», señala Marta Maella, técnica de la FAS.

Está previsto que, después del verano, se repita esta misma dinámica en Huesca. El objetivo es «favorecer la integración de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global en todo el territorio», añade.

En la FAS esperan que las reuniones de seguimiento sirvan para abordar los «retos pendientes. Nos encontramos con la necesidad de adaptar los proyectos y procesos a las diferentes realidades de nuestra región, de identificar y difundir iniciativas que ya se están llevando a cabo y de realizar procesos de evaluación para ver si lo que se está haciendo sirve para conseguir la anhelada transformación social que la educación para el desarrollo pretende», expone Enrique Cabezudo que, junto a Marta, es el otro técnico de la FAS responsable de esta línea de proyectos.

La estrategia aragonesa «es una hoja de ruta para aunar esfuerzos en la tarea promover procesos educativos encaminados a generar una ciudadanía aragonesa global, crítica y activa», prosigue Cabezudo. «Es un documento elaborado de manera participativa y que se compone de una serie de compromisos, líneas estratégicas y medidas de acción que interpelan a administraciones públicas, universidad, profesorado y comunidad educativa, agentes educativos del ámbito no formal, oenegés, sociedad civil organizada y medios de comunicación», detalla. Sirve para establecer líneas de trabajo y nombrar quienes son los responsables de su ejecución.

«El mero hecho de que Aragón cuente con la estrategia pone de relevancia la importancia otorgada a la educación para el desarrollo y la ciudadanía global por parte de las instituciones públicas y entidades sociales, y facilita el trabajo conjunto y el seguimiento y evaluación del grado de cumplimiento de las líneas de trabajo», opina.

Y es que la única de forma de desarrollar esta estrategia es hacerlo en red, implicando a todos aquellos sectores de la sociedad que tienen algo que aportar en este terreno. «El trabajo en red es fundamental a la hora de construir una ciudadanía global en la que las personas conozcamos y comprendamos nuestro lugar en este mundo interconectado, y nos convirtamos en agentes de cambio con el fin de contribuir a la disminución de las desigualdades y al trabajo por la justicia social, tanto a nivel local como global», sostiene Maella.

Uno de los principales ámbitos de aplicación de la educación para el desarrollo, como señala Cabezudo, es el educativo. Su integración, tanto en la educación formal como en la no formal y la informal, requiere de una dotación adecuada de recursos educativos y metodológicos.

«Otro ámbito de aplicación sería el social, que tendría que ver con tareas de incidencia social y política, acciones de sensibilización y visibilización y con el impulso de la educación para el desarrollo en los medios de comunicación», apunta Maella.

Pero nada de esto es posible si no se consigue también el compromiso de las instituciones, «que pasa por el reconocimiento de la educación para el desarrollo y la asignación de recursos a la hora de desarrollarla en todo el territorio, adaptando la normativa, adecuando los procedimientos públicos y realizando labores de coordinación e implicación de todas las administraciones», agrega.

«El ideal que busca la estrategia sería la integración de este enfoque en cualquier actividad educativa que se plantee, es decir, poner en el centro la manera en que estamos contribuyendo a la generación de ciudadanos y ciudadanas globales, fomentando el pensamiento crítico y el compromiso social», concluye Cabezudo. Por ello, ha de servir de guía hacia una unidad de acción y metodológica de todos los agentes implicados, con el objetivo principal de reforzar la presencia de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global en Aragón.