Greenpeace denuncia el dramático impacto de la industria europea de harinas y aceite de pescado en África occidental. Las empresas de dicho sector contribuyen a un trágico desvío de pescado fresco, esencial para mantener la seguridad alimentaria de más de 33 millones de personas en esa región.

Esta es la conclusión de un nuevo informe de Greenpeace África y la Fundación Changing Markets, titulado Alimentando al monstruo: Cómo las industrias europeas de acuicultura y alimentación animal están robando alimentos a las comunidades de África occidental. El estudio revela cómo más de medio millón de toneladas de pequeños peces pelágicos se extraen cada año a lo largo de la costa atlántica africana y se convierten en piensos para la acuicultura y la agricultura, suplementos dietéticos, cosméticos y productos alimenticios para mascotas fuera del continente africano.

"Están privando a las poblaciones locales de su medio de vida y de su principal fuente de proteínas. Esto se sitúa en contra de los compromisos internacionales sobre desarrollo sostenible, erradicación de la pobreza, seguridad alimentaria e igualdad de género", afirma Javier Raboso, técnico de Greenpeace.

La Unión Europea fue el primer mercado de destino de las exportaciones de aceite de pescado de Mauritania y Senegal en el 2019. Francia acaparó el 60% de las mauritanas, mientras que España es el principal importador de la producción senegalesa.

"Es el momento de repensar las cadenas de suministro y eliminar el uso de pescado salvaje para alimentar a los peces de acuicultura y a otros animales, para preservar este recurso marino para las generaciones futuras", exhorta Alice Delemare, directora de campañas de Changing Markets.