¿Piensan los jóvenes aragoneses que viven en un país racista?

Un 54,4% manifiesta que España es un país racista, un 27,40% asevera esta afirmación al referirse a Aragón, un 31% dice que sus compañeros de estudio o trabajo tienen prejuicios racistas y únicamente un 4% se define a sí mismo como racista. De ahí viene el título del informe, ¡Racista serás tú!

Cerca del 80% de los encuestados considera positiva la inmigración. ¿Hay más racismo oculto del que se confiesa?

El informe presenta una realidad que tiene múltiples lecturas. Más de un 19% dice que «no sabe/no contesta» a la pregunta de si España es un país racista, pero este porcentaje sube al 31% al referirse a Aragón, o al 36% si preguntamos si son sus compañeros los racistas.

¿Qué hay detrás de ese «no sabe/no contesta»?

En ocasiones, falta de información, falta de un criterio asentado o, simplemente, la voluntad de no querer manifestarse.

¿Se observan diferencias en función del origen geográfico, la clase social o el nivel de estudios de los encuestados?

Curiosamente no, y es una de las cuestiones que más nos ha llamado la atención. No hay sesgos diferentes y significativos entre los chicos y las chicas, entre los dos grupos de edades y ni siquiera entre los que viven en el medio rural o en las grandes ciudades. La globalización, redes sociales e iguales canales de información uniformizan la percepción de la realidad.

¿Y al pasar de hablar de los inmigrantes como un colectivo a ponerles rostro y nombre?

Más del 90% tiene compañeros de origen inmigrante y el 90% de ellos nos habla de relación «buena» o «muy buena» con sus compañeros de clase o trabajo, y eso refleja que al poner nombre y rostro a la inmigración dejan de ser inmigrantes, les convierten en personas, en compañeros. No llega al 5% los que les molestaría tener un vecino de origen extranjero.

¿Dan credibilidad a los bulos sobre los extranjeros?

Sí que hay estereotipos que van calando, bulos que hacen mella, mentiras repetidas que luego nadie rebate. Desde posicionamientos políticos e ideológicos concretos se está vertebrando un discurso del odio que es necesario neutralizar con la verdad, con informaciones que no sean tendenciosas, y aquí los medios de comunicación juegan un papel prioritario. No pueden ser neutrales cuando se ven las imágenes de cientos de jóvenes en la playa del Tarajal y las presentan como una invasión (un 12% así lo cree), o cuando las redes se ensañan con la joven cooperante Luna en su desgarrador abrazo de consuelo al joven Abdou. Y de aquí surge el miedo al diferente, la discriminación que genera desigualdad y violencia. Y lo que es realmente grave y alarmante es que esto se aliente y se jalee desde determinadas opciones políticas. Aun así, no comparten otros bulos que circulan desde hace años. Solo un 8% está convencido de que los comercios o bares regentados por personas de origen extranjero no pagan los mismos impuestos, y solo un 13,2% opina que los inmigrantes hacen mal uso del sistema sanitario y lo colapsan.

¿Hay una visión utilitarista de la inmigración, desde el punto de vista laboral?

Preocupa que un 21% piense que quitan puestos de trabajo y más aún que un 64% afirme que le parece aceptable que se contrate antes a un español. Por ello, entendemos que la percepción de la inmigración no se puede resumir en un “estoy a favor de la inmigración” y “estoy en contra”, sino que se trata de algo más complejo. En cada persona coexisten miedos, percepciones de amenaza y competencia con sentimientos y posiciones más abiertos, positivos y constructivos. No obstante, pensar que los aceptamos o los toleramos porque los necesitamos a nivel laboral o demográfico nos lleva a preguntarnos qué pasaría si un día dejamos de verlos como necesarios.

¿Hay respuestas contradictorias?

Sí, como suele ser habitual en este tipo de investigaciones, hay personas que defienden planteamientos muy distintos de una pregunta a otra. Sin embargo, esto viene a confirmar nuestra hipótesis de que no existe una única opinión o valoración de la inmigración por parte de cada persona. También es cierto que es más sencillo dar respuestas positivas a preguntas generales y que, conforme aterrizamos en lo concreto, en nuestra realidad más inmediata, las percepciones cambien o al menos se maticen.

¿Cómo perciben la integración social de la inmigración?

Un 12% señala que los inmigrantes «no quieren integrarse», y apenas un 5% dice «que solo traen problemas». Pero, por el contrario, casi un 79% apuesta por que los inmigrantes mantengan su lengua, cultura y costumbres y por que se integren en nuestra sociedad. Solo a un 4,5% le molestaría tener un vecino o vecina extranjera. Estos datos nos hablan de unos jóvenes dispuestos a generar convivencia.

¿Cuáles son las conclusiones más esperanzadoras?

La percepción positiva de la inmigración (un 79,1%). Un 87,2% sí que se ha preguntado en algún momento por qué hay gente que abandona su país. Un 82,4% cree que las personas de origen inmigrante deben tener los mismos derechos y deberes que los españoles. Un 79,3% cree que una chica con velo puede asistir a clase o al trabajo con total normalidad. Mientras un 64,1% valora que el alumnado extranjero aporta riqueza por su diversidad. Pero dejamos la principal conclusión en palabras de los propios jóvenes: «Cuando se conoce a las personas, cuando les pones nombre, las cosas cambian y se destruyen los prejuicios. Se pasa de ver extranjeros o inmigrantes a ver personas».

¿Y las más preocupantes?

El índice de respuestas que no terminan de definirse, y también que casi un 45% descarte que su pareja pudiese ser de origen inmigrante, un evidente un prejuicio racializado asociado al color de la piel. También la islamofobia que se intuye en algunas respuestas o que un 36,9% afirme que existe más violencia de género entre la población de origen inmigrante. Y sobre todo que no sepamos hacer pedagogía intercultural desde la política, las instituciones, los medios de comunicación, el sistema educativo, las familias y la sociedad en general. Nos estamos jugando mucho y no sé si somos conscientes de ello.