El trastorno del espectro del autismo (TEA) tiene origen neurobiológico y se caracteriza por déficits en la comunicación y la relación social, patrones rígidos de pensamiento y alteraciones en la conducta y/o sensoriales que condicionan la funcionalidad de la persona. «La imagen de aislamiento que trasmiten viene determinada por su dificultad para entender el entorno y aprender compartiendo experiencias», explica Yanira Vallejo, responsable del programa ‘a · Autismo’ de Atades.

Un gran porcentaje de a las personas con TEA «mejora significativamente en las habilidades sociales y de comunicación a medida que envejece», sostiene. El problema es el gran déficit de apoyos específicos para adultos. Han de compartir recursos generalistas con el resto de la población, pero estos no suelen estar adaptados a su trastorno, ya que no hay que «asemejar su discapacidad a la mental, intelectual o física, porque no es nada parecido».

Según Vallejo, «falta comprensión a la hora de saber cuáles son las cualidades que hacen que estas personas, sin el apoyo adecuado, no puedan realizar en igualdad de condiciones su vida en muchas áreas». Y a ello hay que sumar que las personas con autismo de alto funcionamiento o sin discapacidad intelectual, antes denominado síndrome de Asperger, «pasan muchas veces desapercibidas y sus diagnósticos son tardíos», apunta la técnica de Atades, lo que dificulta la detección de sus necesidades.

A menudo inician estudios que, sin adaptaciones, rara vez logran culminar con éxito. «Acumulan frustración y desmotivación, por lo que acaban vagando por diferentes formaciones y empleos sin sentirse comprendidos», lamenta Vallejo. Y en el terreno laboral, su mayor dificultad «no es tanto el acceso al trabajo, sino el poder mantenerlo».

Sin embargo, si el puesto es el adecuado, «pueden llegar a trabajar de forma exitosa», afirma. «Requieren de un entorno laboral favorable, que se adapte a sus necesidades de predictibilidad, estructuración y explicitación de objetivos a conseguir», aclara. Las tareas que pueden realizarse de forma individual sin una alta exigencia de socialización «son trabajos ideales para estas personas», y todos aquellos que necesiten «aptitudes como orden, clasificación, tareas rutinarias, atención a detalles…».

Estas personas «pueden aportar mucho, tanto en la empresa ordinaria como en instituciones públicas», opina Vallejo. Sus fortalezas suelen ser la meticulosidad, el cumplimiento de las reglas, una alta capacidad para procesar con excepcional detalle las partes de un todo y para desarrollar tareas mecánicas y repetitivas…

De ahí que desde ‘a · Autismo’ hayan apostado por impartir el Certificado de Profesionalidad de Grabación y Tratamiento de Datos y Documentos, ya que el perfil de las personas con TEA «se ajusta muy bien al que se busca para estas tareas», concluye la responsable del programa . H