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El cuarto sector

Una estudiante de economía y empresa describe cómo descubrió un nuevo concepto de economía rural

Una vista de Peralta de la Sal (Huesca), donde se asienta FEM Llitera, ejemplo de empresa del cuarto sector para la autora del texto. | SERVICIO ESPECIAL

Una vista de Peralta de la Sal (Huesca), donde se asienta FEM Llitera, ejemplo de empresa del cuarto sector para la autora del texto. | SERVICIO ESPECIAL / PAULA DÍAZ DELGADO suplementos @aragon.elperiodico.com

PAULA DÍAZ DELGADO suplementos@aragon.elperiodico.com

Cuarto sector económico. La primera vez que escuché estas palabras me quedé extrañada. ¿Qué eran? ¿Acaso no son solo tres los sectores de la economía? Agricultura y ganadería, siderurgia e industria y servicios. Así lo descubrí a través de unas prácticas dentro del programa Erasmus Rural – Desafío, una iniciativa de la Universidad de Zaragoza y la Diputación Provincial de Zaragoza en la que, durante mes y medio, me encontré trabajando para Fem Llitera en Peralta de la Sal (Huesca), una experiencia laboral en el medio rural aragonés en la que pude aportar todos mis conocimientos a la par que aprendía.

Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza

Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza / SERVICIO ESPECIAL

Soy estudiante del grado de Márketing e Investigación de Mercados de la Facultad de Economía y Empresa Universidad de Zaragoza y, durante la carrera, e incluso diría que, durante toda la vida, se nos enseñó que existen tres grandes sectores económicos donde se desarrollan las empresas. Ahora bien, al igual que la sociedad está evolucionando, la economía también lo está haciendo, lo que ha permitido el surgimiento del denominado cuarto sector, también conocido como sector sin fines de lucro y, como su nombre indica, su objetivo es conseguir un fin superior al de la simple ganancia económica, algo que repercuta en un beneficio para la sociedad.

Los negocios que se desarrollan en él dedican su actividad principal por y para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Es decir, los bienes o servicios que ofrecen están centrados en tener una repercusión dentro del desarrollo sostenible de la sociedad. Además, todos los beneficios que generan se reinvierten íntegramente en la empresa (sueldos, proyectos internos, I+D+i...) o, en su defecto, en obras externas a la empresa del mismo perfil (actividades socioculturales, medioambientales…). A esto se le llama la norma for- benefit.

Estas empresas, que van más allá de generar dinero o valor económico, se han convertido en actores principales en la lucha por el cambio del modelo económico. No son grandes compañías que hacen alarde de su responsabilidad social corporativa. Ni siquiera son las industrias cuyas acciones «no lucrativas y desinteresadas» salen en las portadas de los periódicos en busca de un poco de publicidad. Son aquellas que trabajan directamente por un cambio real, quienes ponen en el centro la sostenibilidad e inclusión de cualquier persona, centrándose en el planeta y los jóvenes.

Es importante resaltar que tampoco son organizaciones no gubernamentales de desarrollo (oenegés), aunque su característica de la búsqueda del bien común sí es compartida entre ambas. Son empresas con propósito, que bien pueden partir de un medio privado o de uno público, aunque lo ideal sería que tuviesen participación de los dos, involucrando a todo el mundo en la senda hacia la consecución de los ODS.

Todos tenemos derecho a un mundo mejor, y todos nos hemos quejado también de que las grandes empresas no hacen nada por mejorarlo. Es momento del cambio, de apoyar a las pequeñas empresas de este sector y realmente empezar con una economía global sostenible y feliz. Un buen futuro es posible, solo si apostamos por el cambio en el presente.

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