La Fundación Vicente Ferrer apoya, desde hace 53 años, a la población más desfavorecida de la India rural. Es un país con grandes desigualdades y, sin embargo, ejemplar en la distribución de medicamentos. La India fabrica y distribuye genéricos a bajo coste precisamente para llegar a los más pobres.

Hace justo un año, el país vivió una tragedia sin precedentes, cuando la segunda ola de covid-19 le golpeó con fuerza. Millones de pacientes resultaron contagiados de gravedad en un corto periodo de tiempo, y los hospitales estaban desprovistos de reservas de oxígeno suficientes para asistirles. Una vez más, la India reflejó esa gran paradoja: hay vacunas para todos, pero no oxígeno.

Si en un país como este, con acceso a vacunas, el coronavirus ha causado estragos, nos ponemos en la piel de cada una de las poblaciones que ni siquiera tiene acceso a esta protección. Por ello, nos hemos querido sumar a la petición a la Organización Mundial del Comercio (OMC) de que se liberen las patentes, una iniciativa que partió precisamente de los gobiernos de Sudáfrica e India, con el fin de compartir la propiedad intelectual de manera temporal de las vacunas, impulsada en tiempo récord, por cierto, gracias a la inversión pública.

En esta petición confluyen dos propósitos fundamentales, uno de equidad y otro pragmático: el primero es proteger a quienes no tienen posibilidad de pagarla, y el segundo, conseguir la ansiada inmunidad de grupo. No olvidemos que una pandemia es una enfermedad que ha adquirido dimensiones globales y que nadie estará protegido mientras no lo estemos todos.

A lo largo de estos dos años conviviendo con esta pandemia, hemos visto su mutación en distintas variantes, pero también hemos comprobado cómo han ido reduciéndose la gravedad y las muertes. Así que las vacunas siguen siendo imprescindibles.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 80% de las muertes por covid-19 se reportan en África y, según sus estimaciones, hasta el 86% de los casos ni siquiera han sido detectados. Por ello seguimos buscando apoyos para pedir a la Unión Europea, a través de nuestro posicionamiento público, que anime a los gobiernos que han producido esas vacunas a compartir el conocimiento y la tecnología temporalmente. Hace más de un año que nos sumamos a esta petición y, en este tiempo, el Gobierno de España también lo ha hecho, pero seguimos esperando que los intereses farmacéuticos no prevalezcan sobre el derecho a la salud de las personas y la industria dé un paso al frente.

La Fundación Vicente Ferrer conoce por experiencia propia que Aragón es una comunidad generosa, y por ello invitamos a los y las aragonesas a sumarse a esta causa. Es una cuestión ética, de salud global y de derechos humanos. Si quieres hacerlo, aquí tienes nuestro enlace.