¿Qué es el Espacio Entre Mujeres?

Nació tras muchas conversaciones con nuestro patronato sobre el desconocimiento, que genera muchos malentendidos entre la gente, y a raíz de una inquietud por la multiculturalidad. En la Fundación Isabel Martín, trabajamos fundamentalmente en cooperación al desarrollo con personas de diferentes culturas, nacionalidades y religiones, en varios lugares del mundo. Cuando volvemos, por ejemplo, de la India, y hemos estado comiendo con la mano arroz con curri, más allá de lo anecdótico, vemos que nos separan diferencias culturales, pero luego, en el fondo, son más las cosas que nos unen que las que nos distancian. Entendimos que había que hacer algo, también aquí, en España, para promover el diálogo intercultural. Y ese fue el germen.

¿Cómo abordaron esa inquietud?

Tuvimos contactos con las canonesas del Santo Sepulcro de Zaragoza, porque ya trabajaban estos temas en el Casco Histórico, pero desde un ámbito más religioso. También la Casa de las Culturas del ayuntamiento hace una tarea muy importante, pero entre asociaciones o instituciones. Nosotras queríamos hacer algo parecido, pero entre personas corrientes, tener un espacio para mezclarnos y conocernos mejor. Nos enteramos de que la Fundación la Caixa sacaba una convocatoria de ayudas para la interculturalidad, redactamos un proyecto y como objetivo general planteamos conseguir la paz a través del diálogo y el entendimiento.

¡Casi nada!

Ya, pero de una manera muy modesta, empezando por lo que tenemos cerca. La Fundación la Caixa nos dio su apoyo y decidimos abrir este espacio enfocado a mujeres que no tuvieran otros lugares de esparcimiento por sus circunstancias personales, por su vulnerabilidad, porque son migrantes, por el choque cultural… Por lo que sea. No es un espacio excluyente, pero todo el trabajo de la fundación está enfocado al empoderamiento y la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y la infancia. Nuestros proyectos favorecen a toda la comunidad, pero dando oportunidades a las mujeres, para que estas hagan de correa transmisora.

Ese trabajo con las mujeres es el legado de Isabel Martín. Pero da la impresión de ahora que tengan que justificase.

Es que, cuando empezamos con la idea, en el 2018, a todas nos pareció estupendo el nombre de Espacio EntreMujeres, ya que enlazaba muy bien con toda nuestra trayectoria, y a todo el mundo le parecía bien. Pero, en estos cuatro años, se ha polarizado tanto la cosa que, ahora, nos estamos encontrando con muchos hombres que se sienten excluidos y se mosquean. Igual entonces ya pasaba, pero no lo percibíamos. Por eso queremos dejar muy claro que no somos excluyentes, y aunque nos llamamos EntreMujeres, porque entre nosotras nos organizamos, estamos encantadas de compartir con ellos. Pero queríamos que este fuera un espacio amable, y más, pensando en algunos colectivos de inmigrantes con las que trabajamos, que no están acostumbradas a quedar en un bar o una cafetería como nosotras, que nos da igual que haya hombres. Pero a ellas les choca más, y queríamos que les resultase poco hostil. Pero los hombres son bienvenidos y están integrados en la mayoría de nuestras actividades, pues es un espacio abierto. Y, aun así, ahora nos tenemos que justificar y dar explicaciones.

¿Qué se encuentra en el Espacio EntreMujeres?

Es bienvenida cualquier persona interesada en compartir sus vivencias y experiencias, tanto las afortunadas como las tristes, con gentes de otros entornos culturales, para ver nuestras diferencias y, entre todos, llegar a un entendimiento. Pero conseguir que la gente venga con un planteamiento tan abstracto es complicado, por eso dinamizamos el espacio con actividades: visitas culturales, conversaciones para practicar español, un club de lectura… Pero no con cursos ni talleres, que para ya están otras entidades, que lo hacen muy bien. Aquí, la idea es venir a tomarse un café o un té, degustar productos de comercio justo y charlar. Lo que nos gustaría es ser facilitadoras del espacio y que las propias usuarias se apoderen de él para que acabe siendo lo que ellas quieran. Y lo estábamos consiguiendo cuando llegó la pandemia y tuvimos que cerrar.

¿No pudieron continuar con su labor de forma telemática?

Nos lo llegamos a plantear, pero tras muchos debates vimos que no podíamos trasladar nuestra actividad al ámbito virtual, porque la peculiaridad de este sitio es que se trata de un espacio de encuentro físico, cara a cara. Sí que tratamos de mantener contacto con las usuarias, y ahí vimos la enorme brecha digital que había. Por eso ahora tenemos un pequeño taller de capacitación digital básica, que es fundamental. Y así descubrimos también que muchas de las participantes, que son mujeres mayores del barrio, son las que más nos echaban de menos. Fuimos abriendo intermitentemente, en función de la evolución de las olas de la pandemia, pero no teníamos claro cómo aplicar las restricciones de aforos porque no somos un bar, ni un centro social… Hasta este mes de marzo, que volvimos a abrir, pero en un nuevo local.

Precisamente, para esas mujeres mayores va dirigido su nuevo programa.

Sí, y para hombres también. Se trata del proyecto EntreMayores, que también cuenta con el respaldo de la Fundación la Caixa. Lo planteamos como respuesta a la situación en la que se habían quedado muchas de estas usuarias y otras personas mayores, que tras el covid-19 se habían quedado muy tocadas, con un enfoque no tan lúdico, sino más asistencial. Es un programa para la promoción del envejecimiento activo, que se ofrece tanto de forma individual, a domicilio, como con actividades grupales en el local.

Local que comparten con la tienda de comercio justo de la fundación.

Sí, ahora hemos introducido algún producto de alimentación, pero básicamente vendemos complementos textiles hechos por Creative Handycrafts en India, una cooperativa formada por 300 mujeres, fundada por Isabel Martín a mediados de los años 80, y que fue la gran obra de su vida. Este taller de confección es un caso de éxito en el comercio justo y en el empoderamiento de las mujeres.