¿Qué es Aulas de cambio?

Es una formación participativa y gratuita, dirigida a profesorado de todo el país y niveles educativos, que tiene por objetivo favorecer una educación más inclusiva, así como facilitar herramientas para la prevención y la eliminación de todas formas de violencia de género. Ofrece muchos recursos didácticos y permite conocer el trabajo y conversar con referentes del tema, como Pamela Palenciano o Irene Martínez. Son 25 horas de formación online, combinando actividades en directo y trabajo personal de reflexión e investigación.

¿Se puede formar en igualdad en todas las etapas educativas?

Y se debe. Es necesario comenzar desde muy pequeños, porque es ahí cuando se forjan ciertos estereotipos de género que luego serán más difíciles de cambiar. Por ejemplo, numerosas investigaciones han demostrado que el trato con los bebés es diferente si pensamos que es una niña o un niño. Con la primera se suele hablar de una forma más suave y se espera que sea más tranquila y, con el segundo, se habla más fuerte y se espera que sea más activo. Evidentemente, lo mismo ocurre con los colores, los juguetes, la ropa… Estos elementos no tienen género, pero se lo asignamos, y decidimos que los coches son un juguete de niño, y las muñecas, de niña. El género, si algo o alguien es masculino o femenino, es un invento social que nos limita a todas las personas. Lo bueno es que, al ser algo cultural, no natural, lo podemos y debemos cambiar. Cuanto antes, mejor, más libres seremos para decidir cómo queremos ser.

¿Cómo se reflejan en las aulas esos estereotipos?

De forma inconsciente, se suele asumir que a las niñas van a ser mejores en (y, por lo tanto, preferir) materias de humanidades y relacionadas con el cuidado a las personas, por ejemplo, mientras que los niños van a tener más aptitudes para las ciencias y la tecnología. Estas ideas carecen de base biológica y son producto de unas expectativas sociales reiteradas. El cerebro no tiene género, se crea libre de desigualdades, pero las experiencias que vamos recibiendo modelan nuestro aprendizaje.

¿Determinan el futuro de los niños?

La brecha de género educativa resulta especialmente evidente en la educación superior, lo que tiene su traducción en el mercado laboral, donde además los sectores científico tecnológicos suelen asegurar empleos bien pagados, mientras que los salarios en los sectores educativos y sociales son más bajos. Las mujeres cobran menos, sufren mayor tasa de paro y con frecuencia se ven obligadas a reducir su jornada laboral para el cuidado familiar. Por eso, la escuela posee una enorme responsabilidad a la hora de educar a cada persona en favor del pleno desarrollo de todo su potencial.

¿Se puede aplicar una perspectiva de género a los contenidos para contrarrestar esos sesgos?

Así es. Es lo que llamamos currículum oculto, es decir, lo que educa, pero no está reflejado de forma objetiva en el currículum oficial. Por ejemplo, los libros de texto suelen estar repletos de normas y roles de género. La perspectiva omnipresente, lo que es presentado como lo normal, es occidental, masculina, blanca y sin ningún tipo de discapacidad. Mientras, las personas con otras características quedan marginadas o simplemente no existen. Debido al esfuerzo de muchos docentes, esto se está modificando, pero aún queda mucho por cambiar. Así que, por supuesto, se puede y se debe aplicar una perspectiva de género a los contenidos, a través de pedagogías feministas que recuestionen lo establecido.

¿Hay mayor conciencia de las desigualdades de género entre la juventud actual que en generaciones anteriores?

En general, sí. Hay acceso a más información, estas temáticas empiezan a abordarse de forma más natural, la infancia es más libre de estereotipos... Pero también aparecen nuevos canales para ejercer violencias, que hacen que volvamos atrás. En el plano formal y legislativo hemos alcanzado una gran igualdad, pero esta no se refleja en la cotidianeidad. Hemos mejorado mucho en el empoderamiento de las mujeres, pero tenemos que trabajar mucho más en la deconstrucción de la masculinidad hegemónica. Algunos chicos están cansados de recibir la charla de igualdad y surgen resistencias a hablar de feminismo. Esto es preocupante porque, según el Barómetro de la Juventud y Género (2020), aunque ha aumentado el porcentaje de quienes se consideran feministas, uno de cada diez chicos jóvenes considera que las desigualdades de género no existen, y uno de cada cinco que la violencia de género es solo un invento ideológico. Desde el último informe, se ha duplicado esta percepción. Esta polarización puede ser peligrosa.

¿Cómo se trabaja en Aulas de cambio?

A través de mucho material para el profesorado, las familias y el alumnado que, luego, cada docente puede adaptar al entorno y las necesidades del grupo. Se proponen estrategias de reflexión y claves de acción. Es fundamental tener una perspectiva amplia de las violencias machistas ya que, a veces, tenemos una imagen muy icónica y exagerada de ellas, lo que hace más difícil detectarlas cuando son sutiles, graduales y continuadas, que es como suelen ser. Además, una de las herramientas principales es la revisión personal. Hemos nacido y crecido en sociedades machistas, por lo que nuestro cerebro está impregnado de prejuicios sexistas. Hay que aceptar cómo te atraviesa a ti todo esto para poderlo cambiar y prevenir discriminaciones.

¿Qué otros proyectos formativos sobre género desarrolla Médicos del Mundo Aragón?

Además de este proyecto para educadores, realizamos otras actividades con la infancia y juventud. Trabajamos desde Primaria, sensibilizando sobre cómo se forman las desigualdades y promoviendo el feminismo, hasta Secundaria y educación no formal, donde abordamos otras violencias machistas menos conocidas, pero no menos relevantes, como la trata con fines de explotación sexual y la prostitución, la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados. Y trabajamos con mujeres supervivientes de estas violencias. Recomiendo la página web nuevosrolesigualdad.org, con mucho material didáctico.