De los represaliados supervivientes de la guerra civil española a los masacrados en la de Ucrania, del drama de los migrantes que atraviesan la selva que separa Panamá de Colombia al de las mujeres mastectomizadas o que viven con VIH y son forzadas al silencio. Por todas estas realidades transitan las imágenes ganadora y finalistas de la 26ª edición del Premio de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, que Médicos del Mundo expone en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza hasta el próximo 3 de junio.

En la muestra, la fotografía se revela como una herramienta fundamental para crear conciencia y dar testimonio de las vulneraciones de los derechos humanos en todos los rincones del mundo. Ese es el reto que se marca cada año la oenegé sanitaria con este concurso, que convoca desde 1997 para reconocer el papel del fotoperiodismo en esa labor de denuncia. El nombre del galardón rinde homenaje a Luis Valtueña, asesinado mientras desarrollaba labores humanitarias en medio de un conflicto armado.

Más de 7.000 imágenes procedentes de 94 países se presentaron a la 26ª edición del premio, que reconoció a la española María Clauss por su trabajo ‘Donde no habite el olvido’, en el que usa la fotografía como “medio” para recuperar la memoria. Con esta serie, la autora pretende hacer visibles los espacios de represión y a los represaliados y sus familiares tras el comienzo de la guerra civil.

La exposición, que se puede visitar gratuitamente de lunes a sábado, viaja de lo nacional a lo internacional, y del pasado al presente. Desde la memoria histórica del conflicto armado en la provincia de Huelva, hace casi 90 años, el espectador se traslada hasta la actual guerra de Ucrania, de la mano del fotógrafo español Santi Palacios, que se alzó como finalista con su trabajo ‘La masacre de Bucha’.

En esta serie, Palacios retrata los escenarios dantescos que se encontró la población tras la salida de las tropas rusas de la ciudad, convertida en símbolo de las vulneraciones de los derechos humanos durante la invasión. Bucha tiene vigencia no solo “porque la guerra en Ucrania continúa”, sino porque lo que sucedió en esa localidad “no debe caer en el olvido”, asegura el fotoperiodista.

El premio ha viajado hasta Armenia, al reconocer como finalista a la artista Nazik Armenkyan, quien con su objetivo enfoca con gran maestría una realidad invisible: la de las mujeres de su país con VIH, infectadas por sus maridos y doblemente víctimas, ya que debido a la tradición o religión no pueden hablar de lo que están viviendo. Unas mujeres que viven una situación extremadamente dura, al conocer que están infectadas con el virus del sida. Muchas de ellas “tienen pensamientos suicidas o incluso intentan suicidarse. Es una situación difícil para todas las jóvenes armenias”, señala Armenakyan, autora de ‘Red, Black, White’.

El galardón hace un alto también en América. El colombiano Federico Ríos fue reconocido como finalista en esta edición por su trabajo ‘Migrantes atravesando el Tapón del Darién’. Este paso conformado por una escarpada selva entre Sudamérica y Centroamérica, que sirve de frontera natural entre Panamá y Colombia, es transitado cada año por miles de personas que sufren todo tipo de calamidades en su ruta para alcanzar el sueño americano. “Lo más doloroso es cómo el mundo ha decidido voltear la mirada hacia otro lado y desentenderse de la migración, que no es un asunto de números menores”, enfatiza el fotoperiodista.

Por último, esta convocatoria, con marcado carácter femenino, concedió una mención especial a la mexicana Sáshenka Gutiérrez Valerio por su serie ‘Jódete cáncer’, en la que visibiliza a través de Sandra, superviviente de una doble mastectomía, las cicatrices de esta enfermedad, a la vez que cuestiona los estándares de belleza actuales.