La solidaridad como política social ha sido estudiada por numerosos sociólogos y politólogos. Ha sido agenda principal de muchos profesores de la academia y existen miles de estudios, informes y tesis doctorales que, como A. Millán-Puelles en ‘Persona humana y justicia social’, afirman que «en los seres humanos existe una dimensión social que hace que cada uno tenga que desplegar su actividad vital teniendo que contar, de alguna forma, con los demás. Desde el momento mismo del nacimiento, hasta el de la muerte, el ser humano necesita de los otros para suplir sus necesidades, tanto en el orden material como espiritual».
Políticamente, la solidaridad forma parte de la naturaleza de las administraciones gestoras desde su misma construcción, no simplemente para que las personas puedan tener acopio de bienes materiales, sino porque esos bienes adquieren un valor que es bienestar humano. Por ello, y por muchas otras razones básicas y prácticas, el compromiso y responsabilidad para ejercer la solidaridad como una política social sigue siendo imprescindible.
En cuanto a las políticas sociales gestionadas por nuestra Administración autonómica, por nuestras comarcas, municipios y localidades, hablamos de una política afianzada, con casi 30 años de historia, a través de la cual se ha llevado la solidaridad aragonesa, zaragozana, oscense y turolense a las comunidades más desfavorecidas del sur, y se ha sensibilizado a la ciudadanía sobre la pobreza y la desigualdad. Una política que ha tenido un retorno en el territorio en forma de reconocimientos y premios, vínculos con comunidades y países y riqueza social, con un entramado asociativo activo e intercultural.
Es por ello que, en este inicio de nueva legislatura, queremos que la cooperación al desarrollo se afiance como una política social pública en Aragón y que avancemos conjuntamente en los retos que presenta. Desde nuestras 54 entidades socias, reclamamos a las instituciones públicas de nuestra comunidad una hoja de ruta pendiente hacia el 0,7% en 2030 para las grandes administraciones aragonesas y el mantenimiento en aquellas que lo destinan en la actualidad.
Colaboraremos en la elaboración de una estrategia aragonesa de coherencia de políticas para el desarrollo sostenible que incorpore en las políticas públicas el reto de afrontar los desafíos actuales y cercanos, el compromiso con las futuras generaciones y el planeta y el impacto de las acciones propias en otras sociedades.
Hoy, más que nunca, debemos potenciar una educación para el desarrollo encaminada a generar una ciudadanía global, crítica y activa que esté comprometida en promover un mundo más justo, sostenible y equitativo. Para ello se elaborará la II Estrategia aragonesa de Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global.
Trabajaremos para el desarrollo normativo de instrumentos adecuados para una cooperación al desarrollo de calidad, para incluir en las compras públicas y en los pliegos de las contrataciones de bienes y servicios de la Administración el suministro de productos de comercio justo y extender a las administraciones locales aragonesas el estatus de Ciudad por el Comercio Justo.
Y seguiremos trabajando desde el Comité de Emergencias Humanitarias de Aragón para potenciar una respuesta solidaria, ágil y coordinada ante las catástrofes humanitarias y para facilitar a la sociedad aragonesa la colaboración ante estas emergencias, sin olvidar otras situaciones humanitarias invisibilizadas, como los conflictos olvidados.
La solidaridad es el motor de la humanidad, y trabajaremos para que siga siendo el de Aragón.