María Jesús Ruiz, directora de la Fundación Adunare: "Somos una entidad colaboradora, pero a la vez reivindicativa"

María Jesús Ruiz posa para este diario

María Jesús Ruiz posa para este diario / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Zaragoza

¿Cómo nació la Fundación Adunare?

Fue en el año 2000 y, como su propio nombre indica, nace de aunar, de unir a gentes de ocho barrios de Zaragoza, entre los que había asociaciones vecinales o parroquias que llevaban desde los años 80 trabajando para dar respuesta a los colectivos más vulnerables. Era necesario dotar de estabilidad al trabajo que se realizaba, darle una respuesta más profesional y tener más fuerza en la interlocución con la Administración y otro tipo de actores para encontrar fondos y que los proyectos fueran más sostenibles en el tiempo. Entonces, se unieron y pusieron los esfuerzos de todos en común, manteniendo su esencia, que ha sido siempre Zaragoza y sus barrios.

¿Qué diferencia a una entidad nacida de los movimientos sociales?

Como digo, nuestra esencia es transformar Zaragoza y contribuir junto con otros agentes a que vivamos en una ciudad y una sociedad más justas, donde haya oportunidades para todos sus vecinos y vecinas. No somos una entidad gestora que se suba al carro de los servicios solo por el mero hecho de gestionar. Desde la base de la participación ciudadana, no tenemos usuarios ni beneficiarios, sino participantes, ciudadanos a los que tenemos que ayudar en un proceso de desarrollo personal para transformar asimismo la comunidad. Seguimos trabajando en los ocho barrios donde nacimos, con aquellos proyectos que hemos creado desde el origen y por los que hemos luchado para que la Administración los hiciera suyos y se transformaran en servicios públicos.

¿Se sienten parte de la comunidad en esos ocho barrios?

Así lo sentimos. En algunos barrios tenemos un mayor abanico de servicios y actividades que en otros, pues su realidad es muy diferente. Pero, en cualquier caso, trabajamos en muy estrecha colaboración con las redes vecinales, que han ido cambiando a lo largo de estos 25 años.

¿Puede poner cifras a su labor?

En el último año hemos atendido a más de 4.000 personas. En la fundación trabajamos 190 profesionales y tenemos contratadas a 35 personas en situación de exclusión. Aparte, tenemos la empresa de inserción Consolida Oliver y el centro especial de empleo Servicios Parque Delicias, para personas con enfermedad mental grave, que se dedica a la jardinería.

¿Cómo es la relación de Adunare con las instituciones?

Somos una entidad colaboradora, pero a la vez reivindicativa. Cuando vemos una necesidad, la ponemos encima de la mesa de nuestros representantes, aportando las soluciones que creemos más adecuadas. Pero eso no está reñido con lo que nos ha caracterizado estos 25 años, que ha sido el trabajo complementario y conjunto con los gobernantes autonómicos y locales de todos los colores políticos, facilitando además el diálogo con todas las partes que se tenían que poner de acuerdo para sacar adelante las políticas sociales.

¿Cómo ha cambiado la forma de trabajar a favor de la inclusión en estos 25 años?

La evolución que ha tenido la sociedad nos ha hecho tejer nuevas alianzas. Por ejemplo, con el tejido empresarial. El elemento final de la inserción es el empleo, por eso es tan importante trabajar de la mano de las empresas. Colaboramos con más de 200. Hay que valorar el gran esfuerzo que hacen las pymes aragonesas por apoyar la inserción de los colectivos con los que trabajamos. También las fundaciones bancarias y las entidades financieras nos han ayudado a desarrollar muchos proyectos. Y trabajamos en red con otras entidades sociales con las que compartimos el objetivo de la transformación social.

¿En qué áreas trabaja actualmente la fundación?

Catalogar las áreas de intervención es un poco complejo porque esta tiene que ser muy integral y los elementos se entrelazan entre sí. Por ejemplo, igual que se hereda la riqueza, la pobreza también es hereditaria. Por eso, si no trabajamos con el entorno familiar, por mucho que hagamos con los niños y niñas, al final, cuando vuelven a casa, acaban reproduciendo esos patrones de pobreza. Desde hace años, trabajar con la familia es fundamental cuando se interviene con la infancia. Trabajamos desde la prevención en la infancia hasta la inserción laboral o la educación con la población adulta, pero también con la juventud o con personas con enfermedad mental. Y hemos incorporado nuevas realidades, como la soledad no deseada.

¿Cuentan con voluntariado?

Sí, tenemos más de 80 voluntarios. Pero nunca nos planteamos hacer proyectos que estén gestionados solo por voluntarios, aunque tengan un papel complementario muy importante como dinamizadores. En nuestro ADN está la lucha por la dignificación de las condiciones laborales en el sector de la acción social.

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