Un asistente de cuatro patas
La vida de la familia Gracia Aparicio de Panticosa ha cambiado radicalmente gracias a Panacota, la perra de asistencia del pequeño Sandro, de tres años, un niño con autismo que ahora tiene en esta labradora especialmente adiestrada su gran apoyo

Sandro junto a su perra de asistencia Panacota / SERVICIO ESPECIAL
Panacota nos va a cambiar la vida. De hecho, ya nos la está empezando a cambiar desde el minuto cero". Así de pletórica se muestra Ruth Aparicio, vecina de Panticosa, desde que hace mes y medio esta labradora es una más de su familia.
Panacota es la perra de asistencia de su hijo Sandro Gracia, de tres años, un niño con trastorno del espectro autista (TEA). Y, según cuenta Ruth, "vemos a diario la magia que hacen estos perros con nuestros hijos". Y eso que el pequeño y el animal todavía están en fase de acoplamiento. "Esto va más cada día", asegura.
"Si Sandro -continúa su madre- tiene una crisis sensorial porque se agobia, por ejemplo, si hay mucho ruido y no quiere entrar al colegio, yo le doy la orden a Panacota y ella le hace una manta, que es presión encima del cuerpo. Le dices beso, le da tres chupetazos en la cara o en la mano, y ya está. Es como si fuera magia. En tres o cuatro segundos, Sandro se ha calmado, lo que a lo mejor a mí me lleva media hora".
A Ruth todavía le cuesta creer lo que Panacota ha conseguido en apenas unas semanas. "¡Crean una complicidad…! No sé cómo se hace, pero ocurre".
Aunque sigue perpleja, en realidad, sí sabe cómo sucede: con mucho tiempo, esfuerzo y dedicación por parte de un equipo multidisciplinar especializado en el adiestramiento de perros de asistencia para niños con TEA. Son los profesionales de la asociación DogPoint, con sede en Madrid, que cada quince días siguen visitando el hogar de los Gracia Aparicio en Panticosa para supervisar el proceso de acoplamiento entre la perra y la familia.
"Para los perfiles con los que trabajamos, se seleccionan perros grandes y especialmente amigables con las personas, y en España tenemos al labrador como algo inigualable en cuanto a temperamento, tamaño y características", indica Olivia de Matteis, directora de DogPoint. Estos animales tranquilizan a los niños con autismo y rebajan sus niveles de estrés, los calman cuando entran en crisis, aumentan su tolerancia a situaciones inesperadas, incentivan su interacción social y les ayudan a dormir si necesitan hacerlo acompañados.
Se opta por canes de gran tamaño por los anclajes que unen al niño con el perro, que bloquea las conductas de fuga que son comunes en los pequeños con TEA, evitando que se pierdan o sufran accidentes. "Más que funcionar como un cinturón de seguridad, lo que más reduce las fugas es que el niño no se quiere solar. Aprende a ir agarrado a un asa que lleva el chaleco del perro, pero este también le proporciona estimulación sensorial y le ayuda en la autorregulación", explica De Matteis.
De hecho, según comenta Ruth Aparicio, antes de la llegada de Panacota, Sandro no andaba. "Si lo sueltas en el suelo, corre. Por eso hay que llevarlo a todos los sitios en carro. Sin embargo, el otro día dimos un paseo de más de 20 minutos en plena montaña. Y como Sandro iba sujeto al perro con el arnés, ya no corría, andaba".
"Para la familia, poder ir a espacios públicos con la seguridad de que el pequeño no se va a escapar, les da mucha confianza en el entorno y una sensación de seguridad a la hora de hacer cosas tan sencillas como la compra o dar un paseo. Es algo muy sencillo, pero que cambia la dinámica entera de la familia", corrobora la directora de DogPoint.
Pero conseguirlo no es tarea sencilla, ni barata. Son dos años de preparación, "y muchas horas de trabajo dedicadas por profesionales con distintos perfiles, por lo que la principal partida presupuestaria para adiestrar un perro de asistencia son los recursos humanos", señala De Matteis.
"Solo el primer año, la inversión es de unos 4.000 euros por cachorro", prosigue. Después, familias voluntarias ayudan a socializarlo, y reciben clases cada quince días. Luego llegan entre nueve y doce meses de entrenamiento con instructor, «que solo puede adiestrar a un máximo de cuatro perros a la vez». Y finalmente, hay que entrenar a la familia durante seis meses, "con mucho control y apoyo intensivo durante dos años más", agrega.
Así, no es de extrañar que el precio siga siendo el mayor obstáculo para que muchas familias que los necesitan accedan a estos perros de asistencia, ya que no existe ningún tipo de ayuda pública para sufragar los 24.000 euros que cuestan. Por eso, para el próximo 23 de abril, DogPoint y la familia Gracia Aparicio han organizado un evento benéfico en Panticosa para recaudar fondos con los que ayudar a otras familias.
Panticosa celebra un evento solidario
El 23 de abril, día de San Jorge y de Aragón, el parque de Panticosa acogerá un acto solidario, de 10.00 a 18.00 horas, con el que se han volcado el ayuntamiento y las asociaciones y vecinos del pueblo. La asociación DogPoint realizará una charla-exhibición sobre perros de asistencia para niños con TEA, a la que asistirán familias y pequeños con sus propios canes para contar el cambio que supone la ayuda de estos animales.
Será una jornada lúdica con actividades infantiles, y todos los niños podrán interactuar con perros de asistencia. Habrá tienda, barra de bar y barbacoa solidarias, además de una gran rifa de regalos, entre ellos estancias vacacionales y comidas en restaurantes con Estrella Michelin, aportados por colaboradores y empresarios del Valle de Tena. La recaudación irá destinada a familias llegadas de toda España para este evento, para que pronto puedan tener ese perro de asistencia que cambiará sus vidas, pero, sobre todo, las de sus hijos e hijas con autismo.
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