Libros contra pantallas
Una campaña para alejar a los niños de los móviles ha llevado a la asociación Zuera Solidario a montar de forma altruista 25 bibliotecas-ludotecas en salas de espera de Pediatría de todo Aragón, algo que también ofrecen a pequeños pueblos

Bibliotecas-ludotecas que Zuera Solidario ha instalado en centros comunitarios y de salud de localidades como Burbáguena, Fuentes de Ebro, La Almunia, Monreal del Campo, Cariñena o Calamocha / Servicio Especial
Todo surgió por una afortunada confluencia de factores. Una de las colaboradoras de Zuera Solidario, entidad benéfica formada por personas voluntarias de esta localidad zaragozana, se topó en el centro de salud con un cartel de una campaña de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de Aragón (ArAPAP) contra la excesiva exposición de los menores a las pantallas.
Quiso la casualidad que, en esos momentos, miles de libros se acumulaban en los almacenes de Zuera Solidario, donde se clasifican los productos donados que luego se reparten a personas y colectivos vulnerables, en colaboración con los servicios sociales y distintas oenegés. En principio, esos libros iban destinados a los envíos de ayuda humanitaria que desde el año 2000 hacían llegar a Honduras, a través de un misionero. «Llenamos muchísimos contenedores, pero los dejamos de hacer porque ya no había medios para mandarlos», explica María Pilar Comín, fundadora de la asociación.
Entonces, «surgió la idea de hacer bibliotecas-ludotecas para pequeños pueblos, que no tienen presupuesto para poder montar una», continúa Comín. «Y también para darle una segunda vida a esos libros, ya que, si no, tendrían que ir al reciclaje».
Así que, se pusieron en contacto con la presidenta de ArAPAP, y le propusieron montar unos rincones para la lectura y el juego en los centros de salud aragoneses. En la asociación acogieron la propuesta «con mucha alegría y satisfacción», relata María Pilar, ya que estas profesionales habían puesto en marcha su campaña contra el abuso de las pantallas en la infancia porque «a los niños, desde muy pequeños, los veían siempre con móviles en las manos en las salas de espera de Pediatría».
Los pediatras de la asociación tienen un grupo de WhatsApp en el que se compartió esta iniciativa, que causó furor, y comenzó la lluvia de peticiones. «Los primeros centros de salud que hicimos fueron el de Zuera y los de los pueblos de nuestros alrededores, San Mateo de Gállego, Villanueva de Gállego y Luna. Seguimos con La Almunia de Doña Godina, Calatorao y Ricla, y así, poco a poco, hasta alcanzar los 25 que llevamos ya».
Las últimas salas de espera de Pediatría en habilitar un rincón como biblioteca-ludoteca han sido las de los centros de salud de Tauste, Alagón y Puerta del Carmen de Zaragoza. También el Clínico Universitario Lozano Blesa cuenta desde hace poco con una.
A todos estos centros sanitarios hay que sumar las 34 bibliotecas-ludotecas que han montado en pequeñas localidades sin presupuesto para habilitar la suya propia. «En un principio, se empezaron a hacer en pueblos de Aragón, pero ya hemos montado algunas en Soria, Burgos, León... Y estamos abiertos a cualquier pueblo de España que esté interesado en tener una biblioteca», ofrece María Pilar Comín.
Las peticiones les suelen llegar a través de su página de Facebook. «Hay un número de teléfono para contactar con nosotras y, si no tienen Facebook, hay mucha gente que se pone en contacto a través del Ayuntamiento de Zuera, donde les dan el número para llamar a nuestra asociación», indica la fundadora de Zuera Solidario.
La donación no se limita a libros o juguetes. Se ocupan de todo y dejan cada espacio listo para usar, aportando desde mobiliario infantil, estanterías o alfombras, hasta la decoración. Algunas veces, incluso añaden al lote un peluche gigante como mascota para la biblioteca. «Según la época, les hemos enviado hasta un árbol de Navidad con decoración para que lo pongan allí», apunta María Pilar.
En principio, ofrecen dos formatos distintos de biblioteca-ludoteca, en función de las necesidades y la disponibilidad de espacio del centro al que van destinadas. La de formato pequeño incluye 2.000 libros, y la grande, 4.000 ejemplares.
En ellas se puede encontrar casi de todo, desde enciclopedias temáticas hasta libros de divulgación científica o de cocina. Por supuesto, nunca faltan los clásicos literarios ni las novelas, «que es lo que más nos piden», aclara Comín, «y los juveniles e infantiles, que también, debido a que en verano los pueblos se llenan de niños que van a casa de sus abuelos». Juegos de mesa, juguetes y puzles para la ludoteca completan estos lotes de cultura y solidaridad, que empezaron a tomar forma como un medio para alejar a los pequeños de las pantallas, mientras esperan a ser atendidos por su pediatra.
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