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Abandono humanitario

No están en el foco mediático ni en las agendas de los gobiernos de los países ricos. Son las crisis humanitarias olvidadas y, para poder atenderlas, organizaciones como Cáritas tratan de crear alianzas estratégicas con las empresas

Unos niños comparten su comida en Malí, en una intervención humanitaria desarrollada por Cáritas Española.

Unos niños comparten su comida en Malí, en una intervención humanitaria desarrollada por Cáritas Española. / Pablo Reyero

Naciones Unidas y sus socios humanitarios estiman que 305 millones de personas en todo el mundo necesitan ayuda humanitaria urgente. Pero la falta de cobertura mediática y de compromiso político, entre otras razones, provocan que muchas de ellas no logren acceder a ese apoyo.

Son las denominadas crisis olvidadas, un cóctel de conflictos armados, desplazamientos forzados, amenazas climáticas, pobreza y hambre, aderezado con el desconocimiento de la opinión pública y la desidia de la comunidad internacional. Son tantas, que la propia ONU ha renunciado a poder atenderlas todas. Su objetivo más ambicioso para 2025 es poder brindar asistencia vital a 190 millones de las personas más vulnerables del planeta.

Pero hay organizaciones que, dentro de sus capacidades, no se olvidan de estas crisis. Es el caso de Cáritas Española, que acompaña cada año a más de 180.000 personas que sufren un grave abandono humanitario en países como Burkina Faso, Mali, Bangladesh, Haití, Colombia, Venezuela, Filipinas, Myanmar, Sur Sudán o la República Democrática del Congo. Su labor se centra en proteger y asistir a las personas más vulnerables en tres ejes: la prevención de desastres, la asistencia humanitaria de emergencia y la reconstrucción de las comunidades.

«La misión de Cáritas es hacia las personas más vulnerables, las que no tienen voz, las indefensas y, también, hacia las olvidadas. La prioridad por las crisis olvidadas es parte de nuestro compromiso como organización y como Iglesia», afirma Laura Daniele, miembro del equipo de prensa de Cáritas Española. Su organización invierte 10,7 millones de euros anuales en esos contextos de abandono humanitario, lo que representa el 40% de los fondos que destina a cooperación internacional.

Este tipo de emergencias «se caracteriza por ser crisis complejas, donde se superponen unas sobre otras, y en las que no es sencillo trabajar porque generan gran vulnerabilidad y mucha pobreza y requieren de respuestas muy flexibles y sectorialmente amplias», explica Pablo Reyero, coordinador del equipo de Cooperación Internacional de esta entidad.

A través de 50 proyectos, Cáritas Española ofrece apoyo en la prevención de la malnutrición infantil, la asistencia alimentaria, la mejora del acceso al agua y al saneamiento, el acompañamiento a asentamientos temporales o permanentes y la reconstrucción del tejido socioeconómico de comunidades.

Uno de los problemas que le impiden llegar a más contextos de abandono humanitario es que «son a menudo realidades desconocidas, y eso dificulta los apoyos», lamenta Daniele. Otro obstáculo es que «la financiación de estas crisis es muy costosa y, actualmente, solo 6,8% de los fondos destinados a estas situaciones provienen de colaboraciones privadas».

Una infrafinanciación que afecta todavía más si cabe a las Cáritas diocesanas. «Consideramos fundamental la implicación de las administraciones públicas con una dotación presupuestaria que sea muestra de un compromiso efectivo, para promover proyectos de cooperación que generen procesos de mejora y transformación social. Es por ello que nos preocupa el encadenamiento de recortes presupuestarios en esta materia de los últimos años», denuncia Carmelo Crespo, técnico de cooperación en Cáritas Zaragoza, institución que lleva 30 años realizando cooperación internacional.

Ante la falta de financiación pública, «estamos actualmente en un proceso activo de búsqueda de nuevas vías privadas de financiación que nos permitan dar mayor estabilidad y continuidad a nuestra labor», admite Crespo. En esta línea, Cáritas trata de fomentar alianzas estratégicas con empresas en el ámbito de la cooperación al desarrollo.

«El papel de las empresas es crucial, no solo en materia económica, sino como puente entre Cáritas y la sociedad, pudiendo actuar como altavoz de nuestra labor a sus empleados y grupos de interés», asegura Laura Daniele. Además, el sector privado puede «aportar soluciones innovadoras y eficientes a nuestra respuesta humanitaria»

Para la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro, las empresas pueden contribuir a que la respuesta conjunta a las crisis humanitarias abandonadas «sea más integral, innovadora y duradera». Y también a «promover un enfoque de largo plazo, que permita a las poblaciones afectadas no depender únicamente de la ayuda humanitaria inmediata, sino contar con herramientas para reconstruir sus medios de vida».

Un paciente recibe tratamiento en una clínica móvil de Cáritas en Haití.

Un paciente recibe tratamiento en una clínica móvil de Cáritas en Haití. / Servicio especial

Así actúa Cáritas en dos crisis olvidadas

Vigilancia y reducción de riesgos

La realidad de la República Democrática del Congo está marcada por la ausencia del Estado y la violencia de los grupos armados. Allí, millones de personas viven en situación de extrema desprotección. En ese contexto, Cáritas desarrolla un programa de vigilancia humanitaria que permite a las propias comunidades identificar y denunciar violaciones de derechos humanos, generando información clave para activar respuestas y mantener la presión internacional frente al conflicto.

Filipinas es, por su parte, uno de los países más expuestos a desastres naturales como ciclones, inundaciones y terremotos. Cáritas lleva años invirtiendo en prevención y fortalecimiento comunitario, dotando a la red local de infraestructuras seguras, protocolos de emergencia y formación para que las comunidades puedan responder de forma inmediata y eficaz. Cada euro invertido en reducción del riesgo puede ahorrar hasta quince euros en la respuesta a un desastre.

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