"A todas horas subían y bajaban personas del piso. Como en todas las viviendas del barrio con inmigrantes paquistanís. En la escalera no charlaban con nadie. Sólo saludaban y se iban".

En la calle d´en Roig, en pleno barrio del Raval barcelonés, los vecinos no hablaban ayer de otra cosa que de las detenciones practicadas por los Mossos. Con más curiosidad que temor, la mayoría intentaba poner rostro a los arrestados del 3º 2 de la finca número 3. Pero sólo un hombre de mediana edad lo conseguía. "Eran cinco. Algunos llevaban poco tiempo, porque constantemente se van unos y vienen otros". La operación policial, que se inició de madrugada, había sorprendido a los vecinos en la cama y sólo alguno había visto desde la ventana que unos policías encapuchados se llevaban a cinco personas esposadas y dos bolsas con material incautado.

Una escalera que ayer estaba sin barrer, llena de colillas y papeles, lleva al piso precintado de los detenidos. Ninguno de los restantes vecinos, casi todos inmigrantes, reconocía saber quiénes eran los detenidos. Tampoco los dueños paquistanís de los dos colmados de la calle, ni Mohamed, dependiente de una tienda marroquí.

La escena se repetía en el número 8 de la calle Pare Pérez del Pulgar, un edificio mucho más pulcro del barrio de la Trinitat, donde habían sido detenidos otros cinco paquistanís que vivían en un piso de la planta baja y ocupaban un local contiguo.

Ferran Vinyals, presidente de la comunidad, explicaba: "Llevaban aquí cinco años, limpiaban su trozo de escalera y no daban problemas. Sólo una vez se les incendió el local y vinieron los bomberos. Guardaban trastos. Algún sofá o un frigorífico".