El etarra Iñaki Bilbao lo tiene muy claro. Los jueces de la Audiencia Nacional son sus enemigos y no desaprovecha ningún trámite judicial para hacerles saber que piensa matarles porque sigue siendo "un militante de ETA que no se rinde". Sin embargo, ayer superó todas las expectativas.

Bilbao sabía que su juicio había atraído la atención de los medios de comunicación. Iba a ser juzgado por romper en el despacho de Baltasar Garzón una cruz de Caravaca tras amenazarle de muerte, durante una diligencia judicial en el 2003.

La vista se celebró en una pequeña sala blindada que impide silenciar el micrófono de los detenidos, ya que es necesario mantenerlo abierto para que el acusado escuche lo que ocurre en la sala. Nada más entrar en el habitáculo, el fiscal y su defensa, comenzó su ristra de amenazas e insultos. Estaba esposado y custodiado por dos policías.

Tras patear los cristales de la sala se dirigió al presidente del tribunal, Alfonso Guevara: "Te voy a dar siete tiros y a quitar la piel a tiras, fascista de mierda, enano, borracho y cabrón". Guevara aguantó el tipo y pidió a la policía que le redujera. Pero no fue una tarea fácil. Bilbao, de complexión fuerte, tuvo que ser controlado por cuatro policías que le sujetaban los brazos, pero que no podían impedir que continuara pateando los cristales.

Pero al etarra le dio igual y continuó con sus amenazas: "Continuaré con la lucha armada, te mataré hasta que me muera o me maten, hasta conseguir una Euskal Herria libre y socialista", le gritaba al presidente del tribunal. La tensión iba creciendo. Por ello, el teniente fiscal se negó a interrogarle, al igual que su defensa. Llegó el turno de los testigos. Garzón fue recibido al grito de "fascista" mientras los policías mantenían a Bilbao de cara a la pared.

LOS INSULTOS Durante la declaración del juez, que apenas se oyó por los gritos del terrorista, el etarra le invitó a entrar en el habitáculo "si eres un hombre". Le advirtió que cumpliría sus amenazas y añadió: "Gora ETA, me cago en el kilómetro 5,5 de tus cuernos". Garzón declaró impasible mientras Bilbao le retaba a mirarle a la cara y le avisaba de que le iba a "dar en la cabeza".

Habían pasado solo 15 minutos desde el inicio de la vista y el fiscal, para acortar los incidentes, realizó un informe corto pero sorpresivo al rebajar su petición inicial de 12 años de cárcel por la de dos años de prisión. El ministerio público explicó que su primera petición era desproporcionada, porque era equiparar las amenazas a un homicidio. Y pidió que se abra otro proceso a Bilbao por amenazas y alteración de una audiencia tras criticar "la escenificación violenta y el desprecio absoluto a la autoridad judicial" por la forma "ridícula y patética" con la que se había comportado.

"NI UNA MANO ENCIMA" Bilbao no callaba y sus gritos e insultos se repetían. Antes de abandonar la sala reiteró sus intenciones: "Vuelvo a creer en la lucha armada, que quede claro y pienso cumplir lo que he dicho". Después fue trasladado a los calabozos de la Audiencia Nacional por los policías que le habían custodiado. Los agentes recibieron una orden expresa de su superior: "Reducidle, pero no le pongáis una mano encima porque entonces el problema lo tendréis vosotros".