Un espectáculo. El juicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra 30 islamistas acusados de querer atacar esta sede judicial con un camión bomba cumple el guión de los procesos que se siguen contra el terrorismo internacional. Los acusados aprovechan sus minutos de gloria para pedir mejoras en sus situaciones carcelarias y niegan cualquier relación con acciones violentas.

La sesión de ayer --segunda de esta vista-- comenzó con un conato de motín. Ahmed Mohamed Ahmed, Muad Duas, aprovechó su interrogatorio para denunciar que la guardia civil le cachea cada vez que sube al furgón que le traslada desde la cárcel a la sede judicial. El alegato lo cortó el presidente del tribunal, Félix Guevara, que le exigió que utilizara el conducto reglamentario para dirigirse al Ministerio del Interior.

Esta reprimenda fue contestada airadamente por el resto de los acusados. Puestos en pie en el habitáculo blindado, agitaron los brazos y gritaron "malos tratos, malos tratos". La respuesta de Guevara no defraudó. Ordenó a la policía que usara la fuerza para obligar a los acusados a sentarse. "Plante conmigo, ninguno", apostilló.

EL INSTIGADOR Después, suspendió la sesión durante casi una hora. Este tiempo fue aprovechado por los letrados para tranquilizar a sus clientes. El conato de motín fue incitado por el supuesto jefe de esta célula, apodado Mohamed Achraf. El presidente del tribunal advirtió a los acusados de que su comportamiento durante la vista será valorado a la hora de dictar sentencia.

Fuentes de instituciones penitenciarias informaron ayer de que los acusados están repartidos en varios centros penitenciarios de la Comunidad de Madrid. Por ello, explicaron que sus traslados son complicados, ya que la Guardia Civil lleva a cabo distintos recorridos para conducirles a los penales. En cualquier caso, Prisiones se comprometió a facilitarles comida caliente en la Audiencia Nacional.

En la sesión de ayer, el mauritano Kamara Birahima admitió que habló con el emir de Roquetas del Mar (Almería), el confidente conocido como Cartagena, de comprar explosivos, aunque encuadró esa charla en un "juego" después de presentarse ante el tribunal "como un enfermo" que, a veces, "habla solo".