Pasqual Maragall sufre alzhéimer. Él mismo se encargó de hacerlo público ayer en el Hospital de Sant Pau de Barcelona. Con gran entereza, el expresidente de la Generalitat, de 66 años, anunció que, mientras esté en condiciones, dedicará parte de su actividad pública a la lucha contra esta grave dolencia neurodegenerativa. Acompañado de su mujer, Diana Garrigosa, Maragall miró frente a frente a la enfermedad y la desafió: "Primero hicimos los Juegos Olímpicos. Luego, el Estatut. Y ahora iremos a por el alzhéimer".

Hace casi un año, Maragall percibió que algo fallaba en su memoria. Acudió al Hospital del Mar, en Barcelona. El equipo de neurología le aplicó la batería de tests y pruebas de lenguaje susceptibles de captar las trazas de cualquier deterioro relacionado con la memoria y las habilidades. El resultado apuntaba a una fase inicial de la enfermedad de Alzhéimer, una forma de demencia grave que avanza con brotes de progresivo deterioro.

CONFIRMACIÓN EN EEUU El diagnóstico fue confirmado la pasada primavera en el Hospital General de Massachusetts, en Boston. Maragall acudió a este centro de referencia mundial en la investigación del alzhéimer junto a la neuróloga Teresa Gómez Isla, que a partir de ahora dirigirá su historial clínico en Barcelona. La doctora, que coordina el Laboratorio de Investigación del Alzhéimer del Hospital de Sant Pau, acompañó ayer al expresident en su visita al centro, al término de la cual anunció su enfermedad.

Dispuesto a pelear por su vida, Maragall lanzó los primeros mensajes del que será su principal interés: recabar recursos económicos para el equipo de investigadores del laboratorio de alzhéimer del Hospital de Sant Pau y sensibilizar a la sociedad hacia esta enfermedad.

Durante su breve discurso, Maragall afeó la conducta de quienes han propagado "rumores" sobre su salud en los últimos tiempos. "A veces por razones santas y otras no tanto; a veces más interesadas que altruistas o motivadas por la curiosidad científica," sentenció.

En estos últimos días, un amigo le aconsejó que no anunciara su enfermedad para no dar a sus detractores la opción de descalificarle relacionando de forma insidiosa sus ideas con la dolencia. Pero la decisión del expresident era inamovible: su prioridad es ponerse al servicio de la lucha contra el alzhéimer.