En los últimos años, unos han defendido que la capacidad de sacrificio ante el PP de Ángel Acebes es infinita. Otros, que es un hombre duro, de ideas inquebrantables. Ayer, el secretario general saliente demostró que ambas cosas son ciertas. Su capacidad de sacrificio se reflejó en lo que calló: no deslizó ni una sola queja por el aislamiento al que se le condenó Mariano Rajoy tras la derrota en las últimas generales. Y su dureza se plasmó en las palabras pronunciadas: la advertencia al líder sobre las consecuencias que tendría renunciar en esta nueva etapa a los valores tradicionales del PP por mero "oportunismo". Pulla que remachó José María Aznar con un saludo efusivo para Acebes y gélido para Rajoy.

"No revelo ningún secreto si digo que los castellanos somos poco dados a la exhibición pública de nuestras emociones. Sin embargo, me permitiréis que haga una pequeña excepción: confieso que subo a esta tribuna con sentimientos encontrados. Con sensaciones propias de todas las despedidas. Cierro una etapa en mi vida muy intensa, muy dura, pero también muy apasionante", enfatizó el todavía dirigente del PP.

"SITUACIÓN COMPLICADA" Acebes aceptó ser el número dos de Rajoy después de haber vivido el 11-M como ministro del Interior. Tan solo unos días después del atentado, recordó ayer, se hacía cargo de un partido que sufría el trauma de pasar, "contra todo pronóstico", a la gélida oposición. "Pocos equipos en democracia han tenido que hacer frente a una situación más complicada, más adversa, que la que nos encontramos quienes entonces asumimos la responsabilidad de dirigir el PP", sentenció. Pese a ello, agregó, dar la batalla mereció la pena, aunque el 9-M se saldase con otra derrota. Pero ayer se consideró en la obligación de cumplir una última misión y dejar a los nuevos dirigentes del PP una serie de advertencias. Aunque resultasen ácidas. Y hubo para todos.

A su juicio, al partido no le conviene olvidar los "cordones sanitarios y maniobras de exclusión" que ha tenido que soportar el PP, señaló. Así, solicitó que no se atienda a las divisiones entre "duros y blandos, centristas y extremistas, progres y carcas" que, según sus cálculos, no han evitado que el Partido Popular mejore sus resultados electorales, aunque pierda.

Este último guiño fue para todos. Para los que triunfan y para quienes son derrotados en las urnas: lejos de las críticas vertidas últimamente por algunos de sus compañeros de partido, él alabó el trabajo desempeñado por sus delegados en el PP vasco y catalán en tiempos de "hostigamiento nacionalista".

Y, como casi todos cuantos le conocen bien habían augurado, llegó el personal homenaje de Acebes a la gran ausente del cónclave conservador: María San Gil. "Nunca podremos agradecer lo suficiente a ese puñado de hombres y mujeres que, con María San Gil a la cabeza, llevan años luchando contra viento y marea, contra la cobardía de unos y las amenazas de otros, para que todos y cada uno de los españoles tengamos plena libertad", aseguró Acebes.

REIVINDICAR EL PASADO Llegó entonces la parte más agria de la alocución. Al menos, para los que pretenden pasar página con rapidez y dar paso a una nueva etapa. Acebes, ante un atento auditorio, reivindicó como "muestras de coraje" del PP la recogida de firmas contra el Estatuto catalán, "que separa, divide y discrimina a los españoles", y la manifestación que convocó en Madrid contra "las reiteradas cesiones del Gobierno ante el chantaje de los terroristas". "No fueron decisiones fáciles.

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