Aragón fue ayer una de las excepciones en una jornada plagada de críticas y recelos hacia el Gobierno central y el presidente Zapatero por las dos reuniones mantenidas con Cataluña y Andalucía. Reproches en los que no hubo distinción entre autonomías del PSOE y del PP, que solo se diferenciaron en el tono empleado. En el Gobierno de Aragón restaron importancia a estas reuniones iniciales al asegurar que, según fuentes oficiales de la DGA, "el presidente Iglesias ya sabía que estos encuentros se iban a producir porque le avisaron desde Moncloa, así como de que la intención del Gobierno es reunirse con todas las comunidades antes del 30 de diciembre y, por tanto, con Aragón también lo hará en los próximos días". Que el presidente de Cataluña, José Montilla, y el de Andalucía, Manuel Chaves, hayan sido los que iniciaran esta ronda de contactos "no tiene mayor importancia" ya que, según destacan "en el Consejo de Política Fiscal y Financiera es donde se debe llegar a un acuerdo, y este será multilateral".

Esta versión nada tuvo que ver, por ejemplo, con la expresada por el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, que llegó a decir que "Chaves me representa como socialista, pero no como extremeño" o que "a Extremadura no la representa nadie que no sea yo". Aún así, avalan que, como dijo el presidente de Asturias, Vicente Álvarez Areces, estas reuniones se enmarquen en "una fase previa". Pero la Xunta de Galicia, de momento, ya incluyó ayer la financiación en la agenda de su presidente, Emilio Pérez Touriño, para su próxima reunión con Zapatero.

En el PP se utilizó un tono más agresivo en sus críticas y, desde la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, que habló de "discriminación intolerable", hasta su homólogo en Castilla y León, Juan Vicente Herrera, quien sospechó que detrás se esconden "privilegios", siguieron la línea marcada por su secretaria general, María Dolores de Cospedal, quien tachó de "bochornosa" la reunión "de tapadillo" con Montilla.