El Partido Popular ha intentado, hasta el último momento, que sus presidentes autonómicos rechacen el nuevo modelo de financiación que ha planteado el Gobierno socialista. Pero ya ha asumido que, en la mayoría de los casos, no será posible. El partido quiere endurecer su oposición ahora que cree que el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, está erosionado por la crisis económica internacional, pese a que sus barones tienen otra prioridad: lograr la mayor cantidad de dinero posible en la negociación en curso. ¿Y qué ocurrirá entonces en las filas conservadoras? Pues que, según parece, habrá reparto de papeles y de discursos, a sabiendas de que eso suele generar confusión entre sus votantes y simpatizantes.

En esta línea, el responsable de economía de los populares, Cristóbal Montoro, diferenció ayer entre el mensaje que deben difundir los dirigentes del PP, de carácter político, y el que tienen que transmitir los presidentes de comunidades autónomas y alcaldes (que también se han beneficiado de un fondo público que su partido no votó en el Congreso de los Diputados). "Hacer política en el ámbito nacional por la crisis económica es tarea del partido", dijo, dejando a los cargos autonómicos y locales la responsabilidad de gestionar presupuestos. O sea, que se preparan para que la música que interprete la dirección central y las autonomías no suene con toda la armonía deseable.

RAJOY QUERÍA PACTO DE ESTADO Mariano Rajoy hubiera preferido que la reforma del modelo fuera fruto de un acuerdo bilateral con Cataluña --eso le hubiera ofrecido gran margen de oposición en el resto de España-- o resultado de un pacto de Estado entre el Gobierno y el PP. Pero, a tenor de la estrategia negociadora que ha venido desarrollando Zapatero, parece que el líder popular no podrá beneficiarse de ninguno de esos dos escenarios.

Así, el jefe del Ejecutivo ha optado por implicar directamente a los presidentes autonómicos en este asunto tan complicado, a los que va recibiendo uno a uno en el palacio de la Moncloa para explicar los ejes de su proyecto y escuchar sugerencias. Eso resta protagonismo mediático al PP, especialmente después de que la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y el de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, admitieran su predisposición a respaldar un nuevo sistema que reconozca el aumento de población en sus autonomías. El equipo de Rajoy intentó evitar que el resto de barones populares siguieran ese camino. Por eso, el pasado viernes Montoro y el responsable del área autonómica, Javier Arenas, reunieron a los consejeros económicos del PP. Ayer hicieron lo propio con los portavoces de las regiones que no gobiernan: el partido sabe que es inevitable que se sumen a un modelo que les dará más recursos, pero pide que no haya balones de oxígeno extra para Zapatero. Esto es, se cogerá el dinero y no se renunciará a la crítica.

Y la letra pequeña de esa crítica es la que se ha estado trabajando en la sede central de los populares. Ayer, Montoro dio algunas pistas ante los medios: señaló como "pésimo" el momento económico elegido para acometer la reforma y avisó de que su partido solo verá bien un modelo de financiación que no suponga más déficit ya que, de lo contrario, se "empeorará la crisis" económica.

A la espera de que se conozca el documento de bases del Gobierno socialista, el Partido Popular se queja de que no se hayan concretado aún las cifras del nuevo sistema de financiación. Pero ya augura que no le gustarán, porque serán excesivas. Y recuerda de que el sistema tendrá que pasar por el trámite del Congreso de los Diputados.