Malí ha puesto la liberación de los cooperantes catalanes secuestrados en manos de uno de sus mejores expertos, un excombatiente tuareg reconocido por su éxito en la gestión de otras liberaciones. Esa baza se suma a la intensificación de la actividad diplomática maliense de los últimos días. El jueves, una delegación libia encabezada por el secretario general de los Estados Sahel-Sahariano, Madani El Azhar, se reunió con el presidente de Malí, Amadou Toumani Touré, para organizar el encuentro de la Liga de Tribus del Sáhara del 28 de febrero, al que ha sido invitado Muamar Gadafi y, a la vez, para interesarse sobre la evolución de las negociaciones que se están llevando a cabo con Al Qaeda en el Magreb Islámico.

La Fundación Gadafi, que dirige el hijo del líder libio, formaría parte de la estrategia de la operación de rescate. Ya lo hizo con otros occidentales secuestrados por AQMI. También esta semana el enviado especial por el presidente maliense para negociar con los secuestradores regresó al desierto al feudo de Al Qaeda, tras dejar en Bamako una nueva prueba de vida de los voluntarios: un vídeo en el que aparecían Albert Vilalta, Roque Pascual y Alicia Gámez en "buen estado", según dijo el corresponsal de France Press, Sierge Daniel, que vio las imágenes.

El interlocutor que trabaja a pleno rendimiento desde hace cuatro semanas para sacar a los cooperantes del cautiverio, Iyad Ag Ghohy, "es un gran negociador", relata un amigo y destacado notable árabe. Lo describe como un "excombatiente muy querido por todos" y, al mismo tiempo, "un hombre que desea el bien para su pueblo".

CUESTIÓN DE ESTADO El respetado tuareg de la tribu ifornas ya logró la liberación de una treintena de turistas europeos secuestrados en el norte de Malí en el 2003. El presidente Touré se ha puesto de nuevo en manos de Ghohy, hombre de su confianza, quien ha abandonado el traje de cónsul en Arabia Saudí para centrarse en los catalanes secuestrados por la célula de Muktar Ben Muktar el 29 de noviembre. "Es la preocupación nacional y una cuestión de Estado", han dicho a este periódico altos cargos militares. "La relación de Malí con España es muy buena. Es lo mínimo que podemos hacer por nuestros hermanos. Tener paciencia, que pronto se resolverá", dice un jefe de la tribu.

Según un amigo cercano, el mediador Ghohy conoce al dedillo el lenguaje de los hombres armados. Se formó militarmente en el campo 2 de Marzo en Trípoli y blandió la bandera de la rebelión tuareg en 1991 por el "abandono por parte del Gobierno que sufrieron los tuareg cuando la región del norte se vio inmersa en una profunda sequía que desencadenó mucha miseria", según dijo Alí Ould Sidi, director del centro cultural de Tumbuctú. El mediador en el caso de los cooperantes protagonizó el pacto del alto el fuego que alcanzó el Estado maliense y el movimiento armado tuareg y árabe en 1992. Cuatro años después, encabezó el grupo de guerrilleros que depusieron y quemaron más de 2.000 armas en el barrio de Abarajou, en el centro de la desértica ciudad de Tumbuctú. Un imponente monumento, el único construido con mármol, representa el final de esta guerra. Se conoce como La llama de la paz.

Ghohy, cuya capacidad negociadora permitiría traer un anuncio esperanzador en poco tiempo sobre la suerte de Vilalta, Pascual y Gámez, retenidos cerca de la región de Kidal, está estrechamente conectado con Baba Ould Check, el intermediario árabe para la liberación del rehén francés Pierre Camatte.