El Gobierno y la oposición tienen por delante cuatro días para preparar el crucial examen que, el próximo jueves --día en que se reunirá por primera vez la nueva comisión anticrisis--, habrán de pasar ante la ciudadanía. La asignatura sobre la que se les pedirá cuentas versa sobre las posibles soluciones para abandonar los tiempos de recesión económica. Y, a tenor de los datos de los últimos sondeos y estudios del CIS en lo que a valoración de los políticos concierne, el mínimo que la opinión pública les exigirá para aprobar será demostrar su habilidad para colocar el sentido de Estado por delante del interés partidista.

Superada la resaca que dejó en los miembros del Ejecutivo y los dirigentes de los distintos partidos el tenso debate parlamentario del pasado miércoles, toca tomar decisiones fundamentales para la imagen del Gobierno, de la oposición y, sobre todo, para el futuro de un país que alberga ya a más de cuatro millones de parados. ¿Se aborda con seriedad una posible alianza para superar la crisis o se priman las estrategias políticas? Esta es la pregunta que se van a hacer, en las próximas horas, las ejecutivas de todos los partidos.

La decisión que adopten se verá plasmada, sin duda, en la actitud con la que lleguen el próximo jueves a la comisión que presidirá la vicepresidenta Elena Salgado y en la que estarán presentes, además de delegaciones de los distintos grupos, los ministros de Fomento e Industria, José Blanco y Miguel Sebastián, respectivamente. No obstante, el cruce de declaraciones entre socialistas y populares de los últimos días no invitan, de momento, al optimismo.

PRIMAR LAS RECETAS

El Gobierno, además de impulsar un foro de debate entre partidos, ha marcado las líneas rojas que han de definir el trabajo de esa comisión en un máximo de dos meses: la competitividad y el empleo; el cambio del modelo productivo; la consolidación fiscal y la fluidez del crédito. El PP, por su lado, se ha visto obligado a rectificar su estrategia y a convertir en propuestas lo que, en principio, eran condiciones sine qua non para sentarse a negociar cualquier pacto. A saber: la congelación de la subida de impuestos; la modificación de las actuales condiciones de pago del IVA; la reducción en 10.000 millones de euros del gasto previsto por el Estado para el 2010 y la aprobación de una ley de morosidad, además de una reforma del mercado laboral y la urgente reestructuración del mercado financiero.

Sin embargo, tanto los socialistas como los populares han dedicado muchas energías a ahondar en la desconfianza que se profesan y poco a opinar de lo relevante, esto es, las recetas que manejan unos y otros para abandonar la etapa de recesión.

Ayer mismo, el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, aprovechó un acto en Santander para afear a José Luis Rodríguez Zapatero que aún no le haya convocado para explicarle qué tipo de pactos quiere. Le respondió el secretario del PSOE en política autonómica, Gaspar Zarrías, exigiendo a Rajoy que se deje de "excusas de mal perdedor".

El encuentro entre el presidente del Gobierno y el líder del PP no está descartado, explican fuentes de la Moncloa, aunque es evidente que este formato interesa principalmente a los populares: es más sencillo dar un portazo en un foro bilateral que decir "no a todo" en una comisión donde otros grupos se muestren dispuestos a dar aliento al Ejecutivo socialista.

FRACASO ANTERIOR

En cualquier caso, los dimes y diretes de PSOE y PP no impedirán que compartan mesa de diálogo el jueves, pero sí cargarán en exceso el ambiente. Y eso no suele ayudar a obtener resultados positivos (al menos para los ciudadanos), como ya quedó demostrado en la última conferencia de presidentes, que resultó un fracaso por la negativa de los dirigentes autonómicos del PP (con la aquiescencia de Rajoy) a apoyar a Zapatero.

Dicha conferencia tuvo lugar el pasado mes de diciembre. Dos meses después, las preocupantes cifras españolas en lo que a déficit público, deuda y paro atañen han influido notablemente en el desgaste del Gobierno, según todas las encuestas.

EL INTERÉS DEL PNV Y CiU

Además, han animado a CiU a tomar la iniciativa y exigir un pacto de Estado en materia económica, una idea que ha respaldado hasta el Rey. Zapatero, el miércoles, recogió el guante y convocó a los partidos al consenso. Excepto el PP, todos se mostraron partidarios de intentarlo: CiU porque está interesada en reforzar su imagen de partido responsable en vísperas electorales; el PNV porque quiere en Madrid el protagonismo que ya no tiene en Euskadi y, el resto, para no perder influencia.

Más difícil va a ser que ese PP que piensa ya en adelantos electorales asuma que compartir el sacrificio de gestionar la crisis puede dar réditos a largo plazo. Y que el Ejecutivo haga un esfuerzo para aceptar propuestas ajenas que puedan ser acertadas. Pero es hora de decidir.