Obsesionado por su seguridad y por la de los comandos que tutelaba, Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, no sabía que su último cigarro fumado en libertad, la tarde del 17 de noviembre del 2008, estaba siendo grabado por unos guardias civiles de información. Ese día, como siempre, Txeroki deambuló hasta dos horas por los alrededores de su escondite en Cauterets, localidad al suroeste de los Pirineos franceses, antes de entrar en casa. Nunca daba un paso sin confirmar que no le seguían. Ese día se equivocó.

A las pocas horas, agentes franceses, con la información de la Guardia Civil, detenían al entonces jefe militar de ETA, mientras dormía, armado, con su compañera, Leire López Zurutuza.

Txeroki era el responsable de los comandos operativos de ETA, y tenía predilección por el comando Elurra, que perpetró el atentado de la T-4 de Barajas que supuso la muerte de dos personas y la rotura de la tregua.

Juicio a guardias civiles

Entre la documentación incautada a Txeroki, los investigadores descubrieron sus críticas a la dirección política de ETA liderada por Javier López Peña, Thierry. Pero estos días que la Audiencia de Guipúzcoa juzga a 15 guardias civiles acusados de torturar a los miembros del comando Elurra, Igor Portu y Mattin Sarasola, han vuelto a relucir los documentos de Txeroki en los que alababa la estrategia de denunciar torturas falsas para debilitar a las fuerzas de seguridad. "... las torturas falsas sufridas por Igor en manos del enemigo están en buen camino ... esta es la estrategia que hay que seguir ante las caídas. Visto el buen resultado que estamos obteniendo y el daño que le causamos al enemigo ... siempre hay que denunciar torturas y nunca ratificarse ante el juez". El texto ya aparecía en la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó a los dos etarras por el atentado de la T-4.

En el juicio, la Fiscalía pide tres años de cárcel para dos de los 15 guardias civiles, dos años para otros dos y diez de localización permanente para los seis restantes. La acusación particular pide penas de entre 6 y 17 años de cárcel para los guardias civiles.

Los acusados declararon que las heridas de Portu y Sarasola eran fruto de un "violento forcejeo" durante su arresto, mientras los etarras mantuvieron el pasado martes que fueron torturados.