Un día después de que el jefe del Ejecutivo atacara al PSOE por pedir cambios constitucionales y se limitara a ofrecer diálogo a los nacionalistas, Esperanza Aguirre reclamó desde Barcelona "una revisión profunda del Estado autonómico" que permita mejorar el encaje de catalanes y vascos. Y no solo eso: también advirtió a sus correligionarios de que las amenazas económicas (la salida de la UE, el adiós a las pensiones, el fin de las inversiones...) no hacen más que espolear al soberanismo.

Al final del acto, la líder del los populares catalanes, Alicia Sánchez-Camacho, defendió que su partido sí que está por la labor de hacer cambios y recordó su intención de mejorar el sistema de financiación". Sin embargo, no parece que eso le baste a la presidenta del PP madrileño. Tampoco significa que acepte una consulta sobre la autodeterminación porque "solo persigue la secesión, y la secesión está prohibida por la ley, en España y en todos los países occidentales", afirmó la popular.

La fórmula Aguirre para calmar el secesionismo pasaría por finiquitar el café para todos porque con este sistema "se puede comprender a los que dicen que así no se reconoce la especificidad de Cataluña" y a quienes se lamentan de que "autonomías "creadas de la nada se igualan a la Generalitat". La solución, según ella, sería revisar el modelo para "acabar con las disfunciones y satisfacer las ambiciones legítimas". ¿Y el federalismo? "Eso es lo contrario de lo que quieren los independentistas" porque iguala a los territorios, avisó.

La dirigente popular hizo un llamamiento a "catalanizar España" para que Cataluña y sus señas de identidad sean más entendidas: contraponer los lazos históricos al independentismo en lugar de recurrir a la estrategia del miedo.