Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero no tienen una relación especialmente cercana, pero ayer fueron noticia por el mismo motivo. Sin buscar esa sincronía, los dos expresidentes del Gobierno socialistas clamaron al mismo tiempo contra la deriva soberanista en Cataluña. El primero, de forma más virulenta, lo hizo durante una conferencia en Madrid. El segundo, muy apartado de la actualidad política desde que abandonó la Moncloa, marcó posición a través de un artículo en la prensa.

La línea oficial del PSOE sobre la independencia se basa en que esta no es deseable. La secesión, señalan en la cúpula del partido, supondría una pésima noticia para Cataluña y España. Pero los principales mandos socialistas no la descartan, e incluso algunos de ellos la han llegado a dar en privado como muy probable. En cambio, González sostiene que la independencia resulta impracticable, y que por lo tanto se trata de un esfuerzo "inútil" que "conduce a la melancolía". La frase es del filósofo José Ortega y Gasset, pero el exjefe del Ejecutivo acude a ella con frecuencia, para asuntos diversos.

"La independencia de Cataluña como objetivo es imposible", dijo González durante un acto organizado por el Foro de la Nueva Comunicación. No fue exceso verbal. "Reitero, imposible", insistió justo después. Y "cabalgar" hacia tal meta, continuó, no solo llevaría a esa tendencia a la tristeza de la que hablaba el autor de La rebelión de las masas. En su opinión, traería consigo algo mucho peor. "Puede provocar una fractura política y social que cueste soldar 30 o 40 años", concluyó el expresidente.

Críticas entre los veteranos

Sus palabras se enmarcan dentro de un escenario más amplio en las filas socialistas. Desde que el PSOE y el PSC pactaron en julio su reforma federal de la Constitución, varios dirigentes de la vieja guardia --José Bono, José Luis Corcuera, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Alfonso Guerra y en menor medida el propio González-- han criticado, o al menos tomado distancia, de esta propuesta. "Convendría que el PSOE supiera qué es España", llegó a decir Corcuera la semana pasada.

Son declaraciones que provocan malestar en la dirección del partido. "Se trata de personas que no ocupan ningún espacio orgánico --señaló ayer la vicesecretaria general, Elena Valenciano--. Solo desde el absoluto desconocimiento se puede poner en duda que el PSOE defienda a España".

Zapatero fue más suave. Se centró en la consulta, cerrando esa puerta con argumentos similares a los del PP. "Esa reivindicación ... no es viable, ni política ni jurídicamente. No lo es a la luz de la Constitución de 1978, ni de los tratados europeos", escribió en un artículo publicado en El Mundo. A partir de aquí, el expresidente, autor de la frase "apoyaré el Estatuto que salga de Cataluña" (cosa que al final no hizo), defiende el enfoque federal del PSOE y su propio intento de reformar, en el 2005, el título VIII de la Constitución.

Como ocurre ahora con la actual propuesta defendida por los socialistas, faltó entonces el consenso indispensable para llevar a cabo la modificación legal.