El escrache de los alcaldes del PP de Málaga contra la presidenta de la Junta, Susana Díaz, el sábado en el X aniversario del museo Pablo Picasso, desató ayer una bronca política. El vicesecretario general del PSOE en Andalucía, Mario Jiménez, calificó el suceso como "un acto propio de la kale borroka" y anunció que su partido pedirá la comparecencia en el Congreso del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, para que explique por qué los manifestantes que zarandearon el coche de Díaz a la salida de su hotel sabían dónde se alojaba (por seguridad esto sólo lo conocía la Subdelegación del Gobierno en Málaga y los escoltas). Los alcaldes del PP "sabían la hora a la que salía de su hotel. Tenían información privilegiada y mucho nos tememos de dónde venía", dijo Fernández en alusión a la Subdelegación.

Por su parte, el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, tildó de "espectáculo lamentable" lo ocurrido y aseguró que el PP "ha perdido los papeles". "Cuanto más enfangado salga de las noticias relacionadas con la corrupción, más papelitos como éste va a protagonizar", advirtió.

Mientras, el secretario general del PP-A, José Luis Sanz, precipitó por la mañana una rueda de prensa para contestar las denuncias. Sanz quitó hierro al asunto, aseguró que no había sido un escrache, sino una reivindicación lógica de unos alcaldes que llevaban desde el pasado jueves encerrados en una sede de la Junta, exigiendo el pago de una deuda de 16,7 millones.

Sanz lo calificó de "incidente". "La presidenta ha construido una película para manipular la realidad de lo sucedido", afirmó. El popular exigió al PSOE, al servicio de seguridad y a Díaz "un poquito de tranquilidad y que se baje cuanto antes del pedestal en el que se ha subido".

La protesta contra la presidenta a la salida de su hotel se agravó horas más tarde en el museo Pablo Picasso.