El proceso soberanista va camino de convertirse en un laberinto lleno de contradicciones. A tres semanas para celebrarse el "proceso participativo" (lo define así el secretario general de CiU), aparecen resquemores entre la ANC y el Gobierno catalán. Tras el órdago del domingo de la ANC y Òmnium al presidente Mas, exigiéndole que anuncie elecciones antes de tres meses si quiere el apoyo de estas entidades al plan para el 9-N, Mas responde que no tiene intención de hacer este anuncio hasta ver qué participación genera su propuesta participativa. Y cómo se mueve la resquebrajada unidad. En el Gobierno de Mas y en Convergència no se esconde el enojo con la ANC. Hablan de una actitud incomprensible, chantajista e injusta.

Otro rompecabezas es si para Convergència es imprescindible o no que las elecciones se celebren con una lista única. El consejero de Presidencia, Francesc Homs, dio ayer la sorpresa al incorporar el concepto de "unidad técnica" alcanzada con un "preacuerdo" con la CUP, basado en diez de los once puntos que la formación de izquierdas exige para apoyar el nuevo 9-N. El punto que CiU no asume es el que pide el "desacato de cualquier suspensión" del Estado respecto al plan de Mas. Pero la CUP desmintió enseguida que existiera un acuerdo. ERC e ICV-EUiA no salían de su "incredulidad".