Las medidas de regeneración del Ejecutivo central

La ley de transparencia mantiene en secreto las agendas oficiales

Solo 23 de los 350 diputados cuelgan por propia iniciativa su actividad en la web. El PP únicamente se aviene a revelarlas reuniones de los diputados con lobis

IOLANDA MÀRMOL

¿Pudo acceder realmente el pequeño Nicolás a varios ministe-

rios? ¿Con quién se reúne el presidente del Gobierno? ¿Y los ministros? ¿Qué empresarios frecuentan la Moncloa? Son preguntas para las que solo existen respuestas parciales, y que continuarán siendo opacas puesto que el tramo de la Ley de la Transparencia que entró en vigor el miércoles no obligará a los altos cargos ni a los parlamentarios a hacer públicas sus agendas oficiales, ni tampoco a desvelar qué personas entran en las sedes del Gobierno.

Aunque diversas plataformas sociales han presionado al Ejecutivo para que el portal de la transparencia ofreciese esa información y la duda estuvo en el aire, el Gobierno ha optado por no publicar las agendas, puesto que no lo considera un elemento clave contra la corrupción. Y esgrime dificultades técnicas. "Si estoy tomando café en el Manolo bar situado junto al Congreso y un ciudadano me para y me expone unas sugerencias sobre una ley que se está tramitando, ¿tengo que considerar eso una reunión dentro de la agenda? Porque yo no lo incluiría, pero esa persona puede decir que se ha reunido conmigo", reflexiona un miembro del Ejecutivo. Para denegar los archivos de acceso a las sedes de los ministerios, se aduce que la ley de protección de datos obliga a borrarlos cada mes y se rehúye el debate.

Las asociaciones ciudadanas consideran que el Gobierno busca excusas. "No es que sea totalmente operativo para la lucha contra la corrupción, porque si haces algo ilegal te vas fuera del despacho, pero toda transparencia es deseable", afirma el presidente de Transparencia Internacional, Jesús Lizcano. La portavoz de Acess Info Europe, Victoria Anderica, recuerda que en los otros países todas las agendas de los cargos públicos están disponibles.

Con esta legislación, las agendas son voluntarias y más bien parcas. El presidente del Gobierno suele incluir en su dietario dos o tres actos por semana, mientras que la vicepresidenta o el ministro de Hacienda ni siquiera tienen colgadas las agendas en las páginas web de sus respectivos departamentos. En las Cortes, la primera diputada que dio cuenta pública de su actividad fue, hace cuatro años, la socialista Lourdes Muñoz, pero no parece que el ejemplo haya cundido demasiado. De los 350 diputados, solo 23 cuelgan su agenda en la web del Congreso.

POSIBLE REFORMA ¿Existe algún resquicio para desenterrar las agendas? El portavoz del Foro Transparencia, Joan Navarro, considera que lo más operativo es regularlo en dos pasos. En primer lugar, el legislativo, aprovechando la reforma del reglamento del Congreso. Otra fórmula más rápida sería introducir una enmienda de adición a la ley de altos cargos, que está en trámite parlamentario.

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