El PSOE considera que uno de los grandes problemas de la economía española no tiene que ver con el gasto público, sino con la recaudación, porque se pagan pocos impuestos. Más exactamente, que unos cuantos con grandes fortunas tributan muy poco. Los socialistas presentan mañana uno de los bloques más importantes de su programa electoral, la reforma fiscal, y su líder y candidato a la Moncloa, Pedro Sánchez, se comprometió ayer a "no subir los impuestos a las clases medias y trabajadoras". Solo serán los más ricos, por lo tanto, quienes pagarían más si vuelven a llegar a la Moncloa, algo que en los últimos años viene reclamando el PSOE al Gobierno.

La base de la iniciativa será la propuesta que ya lanzó el principal partido de la oposición hace dos años y medio. En lugar de un tributo a las grandes fortunas, algo que propusieron en la campaña de las generales del 2011, los socialistas abogaron entonces por un mecanismo para que los más acaudalados hagan un esfuerzo fiscal que ahora eluden mediante trucos legales. Se trataría, junto al aumento del esfuerzo contra el fraude, de unificar en un solo impuesto los actuales de IRPF y patrimonio, aplicándole a esta nueva figura los mismos tipos impositivos que ahora tiene el de la renta. Lo que ahora se declara como IRPF se mantendría sin cambios, pero lo que se declara como patrimonio se le calcularía una rentabilidad media, que tributaría también por el IRPF.

Sánchez, que en el 2013, antes e alcanzar al liderazgo, fue uno de los autores de esta propuesta, señaló en TVE que solo los que más ganan y no pagan lo que corresponde tendrán que hacer un mayor esfuerzo. El secretario general del PSOE defendió también la apuesta por la laicidad que incorpora el borrador del programa, que será aprobado definitivamente dentro de un mes, tras pasar por el trámite de enmiendas por parte de militantes y simpatizantes. El partido quiere derogar el concordato con la Santa Sede (algo que el PSOE ha propuesto otras veces), aprobar una ley de libertad religiosa y desterrar definitivamente la asignatura de Religión de las horas lectivas de los centros públicos, privados y concertados.

La iniciativa, pese a ser ya conocida, motivó que ayer tanto el PP como Ciudadanos cargaran con dureza contra el PSOE. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, recordó que la Constitución establece que España es un país aconfesional, pero que el PSOE "tendría que tener presente las creencias de la sociedad". El PSOE, en cualquier caso, no propone prohibir su estudio, sino que no puntúe en el expediente académico.