La encrucijada de Podemos

Pretender forzar a Sánchez choca con la dificultad de asumir nuevas elecciones

IOLANDA MÁRMOL

Es la peor encrucijada en la que se ha visto Podemos, incluso tras el valioso capote que les ha echado Alberto Garzón y que permite que comiencen las negociaciones a cuatro bandas con el PSOE, IU y Compromís. A pesar del aparente desbloqueo, Pablo Iglesias sigue exigiendo a Pedro Sánchez que elija bando. Ciudadanos o Podemos. Sin embargo, mientras el socialista tenga la iniciativa como candidato propuesto por el Rey, es Iglesias quien tendrá que elegir. Porque el órdago que envía implica riesgos difícilmente asumibles para un partido en el que laten más debilidades de las aparentes.

Aduce el PSOE que, bajo el farol de querer formar un gobierno de cambio, Iglesias busca elecciones, pero esta conclusión no encaja ni con la lógica interna del partido, ni con su análisis demoscópico, ni con su estrategia de avance.

En lo orgánico, Podemos tiene frentes abiertos que le restan energías. Hay batallas internas --que ellos denominan "disensos transparentes"-- en varias comunidades. En Cataluña, Podem sigue descabezado y hay discusión sobre las fórmulas de encajar con En Comú Podem. Además, la estructura estatal vive un pulso de fuerzas. La evolución de su hipótesis nacional-popular al "país de países" les obliga a invertir esfuerzos pedagógicos con sus bases. Y, por si fuera poco, todavía no han devuelto los crowdfundings que solicitaron para financiarse.

Peligrosa cita electoral

Con esta realidad interna, los de Iglesias afrontarían una cita electoral tan cuesta arriba que parece complicado que ese sea el objetivo prioritario con el que se sienten a negociar. Es más, sus dirigentes opinan que un fracaso negociador crearía frustración, aumentaría la abstención y jugaría en su contra. Es cierto que Podemos se crece en campaña, como demostró el efecto remontada, pero resulta insoslayable que, en este contexto, unos nuevos comicios implicarían un riesgo mayor del que el partido reconoce cuando afirma que no tiene miedo a volver a las urnas. El temor, existe. Más allá del análisis demoscópico, está el estratégico. Podemos nació con el objetivo de superar al PSOE y doblegarlo como única fórmula para alcanzar la hegemonía, algo se antoja mas sencillo desde la oposición que desde un gobierno de coalición.

Sus dirigentes han defendido desde la fundación que, si no sobrepasaban a los socialistas, lo más efectivo era empujarles a la derecha. Forzarlos, en definitiva, a la pasokización, que destruyó al partido socialdemócrata griego Pasok. ¿Empuja Podemos, con desaires y exigencias, al PSOE hacia un abrazo con C's para conducirles al precipicio de la pasokización? Aun si así fuera, Pedro Sánchez y Albert Rivera sumarían 130 escaños y necesitarían abstenciones. La del PP (123), que Mariano Rajoy no está dispuesto a conceder. O la del propio Pablo Iglesias (65), que se niega también. Pero como bien dice el de Vallecas "la política es el arte de lo posible". O allana el camino a un gobierno de coalición; o desencadena elecciones; o paga el peaje de abstenerse, se sitúa en la oposición y castiga desde ahí a los socialistas en una legislatura que, de empezar, se prevé frágil y breve.

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