Camuflada desde que comenzaron las negociaciones de la investidura, la sombra de Susana Díaz vuelve a acechar a Pedro Sánchez. Es la historia recurrente del PSOE en los últimos tiempos, con la presidenta de la Junta arrepentida de haber apoyado hace ya casi dos años al secretario general y amenazando con relevarle sin terminar de dar el paso. Pero desde diversas federaciones socialistas se anuncia que, esta vez sí, Díaz va en serio. De ser cierto, los socialistas se verían inmersos entre finales de abril y mayo, periodo en el que en principio se preparará y celebrará su anunciado congreso, en una pugna que dejaría al partido dividido y con heridas difíciles de cerrar. Todo esto a las puertas de una probable repetición de las elecciones generales, tesis que va cogiendo cada día más fuerza dentro del PSOE, que tendrían lugar el26 de junio.

“Me presentaré al congreso sea cuando sea”, ha dicho Díaz, según varias fuentes, a su entorno más cercano y a algunos líderes territoriales.

Pero nada está claro: ni la repetición de comicios, ni la celebración del cónclave socialista en las fechas previstas. La cita orgánica debería haber tenido lugar a principios de este año, cuatro después de laajustada victoria de Alfredo Pérez Rubalcaba sobre Carme Chacón, pero la dirección del PSOE logró retrasarla con el argumento de que no debía entorpecer la formación del Gobierno.

Su intención inicial era aparcar el cónclave hasta junio, pero el poderoso socialismo andaluz se opuso. Las fechas finalmente elegidas, el 8 de mayo la consulta a la militancia del partido para elegir al nuevo secretario general y el fin de semana del 21 y 22 de ese mes el congreso que ratificaría la decisión y alumbraría un nuevo proyecto político, chocan no solo con el inicio de la hipotética precampaña electoral (el 3 de mayo se convocarían nuevos comicios), sino también con el tramo final de las negociaciones para formar Ejecutivo. El proceso debería empezar antes, en abril, con la recogida de avales de los aspirantes.

LOS SONDEOS

Así que en las dos últimas semanas los colaboradores de Sánchez han empezado a pulsar la opinión de las federaciones del PSOE.Quieren saber cómo sería recibido un nuevo retraso del congresohasta después de los eventuales comicios. La idea sería sustituir el cónclave por unas primarias para designar al nuevo candidato, a las que Díaz no se presentaría, según coinciden todas las versiones, porque primero quiere hacerse con el control del partido.

Esa es la estrategia del entorno de Sánchez para volver a neutralizar a la presidenta andaluza, pero de nuevo el calendario manda: el aplazamiento del congreso debería comunicarse en breve, porque si no el proceso de recogida de avales echaría a andar, y el retraso supondría la prueba definitiva de que la dirección socialista ya ha perdido cualquier esperanza de alcanzar la Moncloa. No se trata, en cualquier caso, de una versión unívoca dentro del círculo de confianza del líder, que se confiesa “harto” de los continuos intentos de “desestabilizar” su autoridad. “Lo mejor es dilucidar quién lidera el PSOE de una vez por todas”, señala un estrecho colaborador del secretario general.

CAMBIO DE ACTITUD

Sánchez había exhibido hasta ahora cierta tranquilidad cuando le preguntaban por las intenciones de Díaz. Se limitaba a contestar que la presidenta de la Junta había dicho que su prioridad se situaba en Andalucía y que él creía “en su palabra”. Pero el pasado lunes cambió de actitud, en un nuevo síntoma de que la dirección socialista siente la llegada de la baronesa. “Tengo mucho aprecio a Susana. La respeto por el buen trabajo al frente de la Junta. Pero es ella la que tiene que responder a esa pregunta, no yo. Yo bastante tengo con intentar formar Gobierno”, dijo con gesto contrariado desde Las Palmas de Gran Canaria.

Díaz prepara el asalto. Si Sánchez logra ser investido presidente del Gobierno, tendrá que esperar. Si la fecha del congreso se mantiene, se presentará, porque no puede volver a dejar pasar la oportunidad y son muchos, dentro y fuera del partido, los que le piden que dé el paso. Y si se retrasa, esperará a ver el desenlace de las nuevas elecciones, en las que sus defensores consideran que Sánchez concurriría con la “identidad de izquierdas desdibujada” al estar “hipotecado por el pacto con Ciudadanos”. Cuenta con el apoyo de los barones más importantes, pero quienes deciden son los militantes.