Las posibilidades de un pacto global entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón siguen existiendo sobre el papel, pero cada vez parecen más exiguas: a seis días del plazo máximo para llegar a un acuerdo los líderes de Podemos ni siquiera apuntan al mismo objetivo. El secretario general pone el foco en las caras. Advierte a su número dos de que si no logran entenderse, confrontan proyectos y gana su propuesta política, tendrá que asumir el liderazgo del partido. Errejón quiere hablar de política y redunda en su no: no quiere disputarle el cargo a Iglesias y cree que las especulaciones sobre las butacas no deben «sepultar» un debate en el que se juega el rumbo del partido.

«Si estuviera dispuesto me presentaría a secretario general, pero no lo hago porque no tenemos diferencias sobre eso», señaló ayer desde el Congreso. El dirigente podemista también explicó que ya ha transmitido en múltiples ocasiones a Iglesias, en persona, que no quiere su cargo, sino que siga pilotando al partido y lo haga hacia una hoja de ruta transversal.

El entorno pablista sigue insistiendo, mientras tanto, en que si no hay pacto y acuden al congreso estatal (Vistalegre II) en proyectos confrontados y pierden, el líder dimitiría esa misma noche (12-F), lo que es visto por el errejonismo como una amenaza para asustar a las bases.

Rafael Mayoral, dirigente afín a Iglesias, pidió ayer a Errejón que sea «responsable» y que esté «a la altura del país, al servicio de los sectores populares». Consciente de la tensión existente, Errejón pidió restar dramatismo tras el sonoro fracaso de la reunión del martes pasado, convocada por Iglesias para exhibir voluntad negociadora, pero cuyas posibilidades de prosperar eran prácticamente inexistentes por el planteamiento mismo del encuentro.

El secretario político anunció que posiblemente haya nuevos encuentros en los próximos días, aunque no dio fechas, pero pidió que se establezcan desde el «cariño» y de forma «cuidadosa».