Younes Abouyaaqoub, tras los atentados de Barcelona y Cambrils, se ha convertido en el hombre más buscado en España. Los Mossos d’Esquadra han colgado una orden de detención internacional aunque, por el momento, no existe ninguna evidencia de que este joven de 22 años de Ripoll haya logrado cruzar la frontera con Francia, donde sí estuvo el Audi propiedad de Mohammed Aalla con el que se cometió el ataque de Cambrils: un radar de velocidad lo captó en París una semana antes de los atentados, según revela el diario Le Parisien.

Entre las tareas de protección y las de búsqueda de Abouyaaqoub, de 22 años, se ha llegado a triplicar el número de policías que habitualmente están activos en un día normal. Para asegurar el territorio catalán se montaron casi 800 puntos de control. Esto permitió desarbolar la masacre que intentaban perpetrar los cinco yihadistas en Cambrils. El agente que mató a cuatro de ellos integraba uno de estos puntos cerca del club náutico.

La policía catalana sigue esperando los resultados del laboratorio para poder acreditar con evidencias científicas lo que hace días que sospechan: que Younes Abouyaaqoub, el único integrante de los 12 de la célula de Ripoll que sigue vivo y en paradero desconocido, es el conductor que asesinó a 13 personas en la Rambla y también el mismo que logró burlar el dispositivo Jaula saltándose el control de la Diagonal.

Esta huida solo ha sido posible gracias a que varios factores se aliaron con él. Cuando el Ford Focus se saltó el control policial en la Diagonal, lo hizo acelerando sin miramientos y atropellando a una agente a la que rompió el fémur. El compañero de esta agente disparó contra el coche, con toda la complejidad que entrañaba abrir fuego dentro de una zona urbana tan infestada de ciudadanos como la avenida Diagonal. Lo que ocurrió a continuación fue que el conductor fugitivo, al volante del Ford Focus, llegó hasta Sant Just Desvern y abandonó el vehículo en el edificio Walden. Los Mossos alcanzaron en segundos el coche y observaron, desde fuera, que había un hombre en su interior. Algún policía explicaría más tarde que también vio a alguien que corría cerca del coche. Esta imagen dejó de tener importancia porque el conductor del coche había muerto en su interior. El contexto de alerta terrorista obligó a aproximarse al vehículo bajo la supervisión de los especialistas en explosivos.

Cuando los agentes descartaron que hubiera un explosivo, constataron que el hombre yacía tumbado entre los dos asientos delanteros, recostado sobre el posterior. Su cuerpo presentaba heridas sangrantes. La lógica indicaba que se trataba de orificios de bala causados por el agente que abrió fuego cuando el coche se saltó el control de la Diagonal. Es decir, lo tenían.

El cadáver se envió al instituto de medicina legal y allí el forense encargado de examinar su cuerpo dio la voz de alarma: el cuerpo no presentaba ninguna herida de bala, había muerto acuchillado. Los policías del control de la Diagonal certificaron que el rostro de ese cadáver no se correspondía con el conductor que les había atropellado. El fallecido, en realidad la víctima número 15 de estos atentados yihadistas, era Pablo Pérez Villán, un ingeniero de 35 años.

La revelación significaba que el verdadero fugitivo, el conductor que se saltó el control y que había acuchillado a Pablo Pérez -el dueño real del Ford Focus-, había conseguido huir. El problema es que ahora, y gracias a la confusión generada por las heridas, el asesino ya estaba lejos de Sant Just. Cuatro días después Abouyaaqoub, sigue desaparecido.