Quince días dan para mucho en política. Puede haber margen para que finalmente el bloque independentista -ERC, Junts per Catalunya y la CUP-se recomponga y firme su alianza. O puede haber elecciones de nuevo en Cataluña. Pero lo que, de entrada, no está sobre la mesa es que Pere Aragonès logre ser investido gracias a la abstención del PSC. Los socialistas no contemplan ese escenario y devuelven la pelota al tejado de los republicanos: les piden, y lo hizo Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso, que sean ellos quienes apoyen a Salvador Illa, el vencedor de las autonómicas del 14 de febrero, como futuro president.

"Llegados a este punto, a lo mejor en Cataluña se podría pensar en un Gobierno de izquierdas, porque hay una mayoría parlamentaria en el Parlamento de Cataluña, liderado por quien ganó las elecciones, que es el Partido de los Socialistas Catalanes". Era el final de la réplica del jefe del Ejecutivo al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. Justo antes se había comprometido a mantener la política de diálogo con Cataluña -"Le puedo garantizar que, por supuesto, este Gobierno va a cumplir con su hoja de reencuentro entre la sociedad catalana y la sociedad española, no le quepa la menor duda"-, pero la parte central de su discurso era precisamente esa oferta a los de Oriol Junqueras, justo en plena ruptura independentista. Horas antes, también, de que ERC, JxCat y CUP sellaran un pacto de mínimos para reencauzar las negociaciones.

Pero el presidente hacía ese planteamiento aun consciente de que los republicanos no recogerán ese guante. Y no estaba pensando en un tripartito, según refrendaban en la Moncloa, en Ferraz y en el PSC. "Es lo que siempre hemos dicho", insisten a El Periódico de Catalunya fuentes muy cercanas a Sánchez. Es decir, que el líder socialista estaba apuntando en la misma dirección que reiteró el exministro de Sanidad en su campaña del 14-F y después de las urnas: un Govern presidido por él mismo, en coalición con los comunes y apoyado desde fuera por ERC. Es decir, el modelo del Ejecutivo central.

"Lo que dijo Sánchez a ERC es algo muy simple: que hagan presidente a Illa. Nosotros aspiramos a la presidencia, pero ERC no va a hacer presidente a Illa, como nosotros tampoco vamos a hacer presidente a Aragonès. Pero no hay margen para un Govern independentista si Junts no quiere, ni hay un Govern de izquierdas si ERC no quiere. Lo único que pidió el presidente, por tanto, fue que hagan presidente a quien ganó el 14-F, nada más", abundan fuentes del máximo nivel del PSC. En la Moncloa, en Ferraz y en el PSC reiteran que no vale especular, porque un escenario de un tripartito o de un Govern de izquierdas no se producirá, ya que los republicanos "van antes a elecciones que hablar con el PSC". Además, en el disco duro de PSOE y PSC se recuerda con espanto la experiencia de los gobiernos a tres (socialistas, republicanos y la extinta Iniciativa per Catalunya Verds, hoy integrada en los comunes) de Pasqual Maragall y José Montilla: aquella experiencia les hizo perder apoyo electoral tanto en Cataluña como sobre todo en el resto de España.

Esto explica que los socialistas tampoco contemplen facilitar, con sus 33 votos, la elección del candidato de ERC. "Investir a Aragonès es imposible", sentencian en el círculo de Sánchez. "Ya han dicho que no quieren saber nada de nosotros", rubrican desde las alturas del PSOE, una reflexión que se escucha calcada desde el entorno de Illa y de de Miquel Iceta, primer secretario del PSC y ministro de Política Territorial: "¿Para qué vamos a abstenernos? ¿Para que ERC gobierna sola con los comunes y la CUP? Eso es de aurora boreal". Los socialistas catalanes remarcan que su objetivo es consolidarse como alternativa, y esa voluntad chocaría si además ayudaran a Aragonès a acceder a la Generalitat con una hoja de ruta independentista bajo el brazo.