El pulso desatado entre la dirección nacional del PP y la Puerta del Sol viene de lejos, pero tiene su origen en un mismo punto. Desde el principio, los dos bandos se han quejado del “entorno” del contrario. O lo que es lo mismo: la animadversión que existe entre Teodoro García Egea y Miguel Ángel Rodríguez, que además de ser irremediable, ya ha contaminado por completo a los primeros espadas. La relación entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso lleva tiempo resintiéndose, a pesar de la insistencia (casi siempre desde Génova) por resaltar la amistad de 17 años que les une. Esa amistad no sólo está tocada, sino que las heridas empiezan a hacerse muy profundas con reflexiones que ya hablan de "traición", según publica El Periódico de España.

“El problema es Miguel Ángel” es una de las frases que más se repite en la planta noble de Génova desde hace muchos meses. El adelanto electoral de mayo y la confección de las listas (con Toni Cantó en medio), además de otros muchos detalles que rodearon el 4-M (incluida la celebración del resultado en el balcón de Génova) quemaron los pocos puentes que quedaban entre ambos. Ni siquiera la arrolladora victoria de Ayuso ha servido realmente para reconstruirlos más allá del impulso que dio al PP en toda España. Más bien al contrario. El éxito de la presidenta ha intensificado sus exigencias para hacerse con el control del PP madrileño cuanto antes desatando una guerra sucia entre las dos partes.

Para Génova el problema sigue siendo exactamente el jefe de gabinete de Ayuso. Consideran que es “la fuente de conflicto” desde el principio y que no dejará de serlo hasta que quede apartado. Algunos dirigentes insisten en que si la presidenta le apartara “las cosas se encauzarían” y, otros, se conforman con que rebaje su poder dentro de la Puerta del Sol. Pero las posibilidades de algún cambio en ese sentido son, al menos a día de hoy, inexistentes. 

La presidenta madrileña no contempla en ningún caso prescindir de Rodríguez ni mermar su influencia: “No lo dejará caer nunca”, aseguran en el entorno más cercano de Ayuso. La posibilidad de que Génova le plantee formalmente la firma de la paz si él queda apartado está descartada. “Si de alguien no prescindirá nunca será de él. Es su equipo, sin injerencias. Le ha costado mucho formarlo y es en la gente que de verdad confía. En nadie más”, zanjan.

La dirección nacional mira con preocupación la deriva que ha tomado la guerra madrileña de la que también forma parte. "El problema de Rodríguez", reflexionan algunos dirigentes, es que no es del partido ni piensa en la organización. El aterrizaje en Sol del hoy jefe de gabinete de Ayuso (que fue secretario de Estado con José María Aznar, al que acompañó y aupó durante muchos años) revolvió al PP por dentro desde el primer minuto. Sus planes y objetivos (dirigidos exclusivamente al crecimiento político de la madrileña para la que trabaja) chocaban con los trazados por García Egea, cuyo cometido era reflotar un partido histórico herido de muerte tras salir traumáticamente de la Moncloa.

El entorno de la presidenta repite como un mantra que en los meses más duros para ella fue Rodríguez quien realmente “la sacó del agujero”. Y no sólo en tiempos de pandemia cuando Ayuso tomó decisiones contrarias al criterio que seguían incluso presidentes autonómicos de su partido y otras que la llevaron a un enfrentamiento total con el Gobierno central, incluido el estado de alarma impuesto a la región.

Antes de que el covid apareciera, Ayuso sufrió también sus horas más bajas, cuestionada de forma permanente dentro de las filas populares y sin apenas apoyo público. No había apenas dirigentes que confiaran en un crecimiento como el que tuvo el 4-M y, de hecho, la sensación generalizada era la de que el Casado se había equivocado al proponerla como candidata en 2019 en contra de toda la organización. "Miguel Ángel siempre estuvo ahí y fue quien realmente sacó adelante la situación aunque ahora Casado recuerde que él la nombró".

En esos momentos la presidenta optó por hacerse una coraza y poco a poco configuró un equipo muy reducido, que es su verdadero núcleo duro ahora. Sus más allegados siempre recuerdan cómo las tornas se cambiaron tras la moción de censura en Murcia y el adelanto electoral en Madrid. "La cola de voluntarios y amigos creció de un día para otro. Pero ella recuerda quién estuvo siempre y quién llegó al final", insisten.

La confianza de Ayuso con Génova se fue deteriorando, alimentada por los conflictos que a menudo se sucedían entre sus colaboradores y la dirección nacional, especialmente cuando la presidenta aumentó su agenda nacional ejerciendo de oposición a Pedro Sánchez. "No tiene una agenda de presidenta autonómica, como no la tuvo en su viaje a EEUU", dicen sin esconder la molestia en el entorno de Casado.

A pesar de que en Génova están convencidos de que la tensión desaparecería si Rodríguez cayera de la primera línea, la mayoría de cargos consultados por este diario reconocen que el tándem de la presidenta y su jefe de gabinete es indestructible. Nadie piensa realmente que Ayuso quiera despegarse de su asesoramiento y hay quienes le atribuyen la construcción del fenómeno electoral que ahora representa la madrileña. “Ayuso sin Rodríguez no sería lo que es”, llegan a apuntar. En el entorno del propio jefe de gabinete siempre han negado ese extremo y, de hecho, ironizan a menudo con que se haya extendido la idea: “Ella cuenta con él siempre, pero las decisiones e incluso muchas ideas salen de la presidenta”, zanjan.

Díaz Ayuso, Almeida y Casado. EFE

La ofensiva que Sol lanzó los pasados días para subir la presión en torno al congreso del PP de Madrid ha hecho estallar a los principales cuadros de Génova, que no esconden la sensación de guerra interna y su irremediable extensión a todo el partido. "No se habla de otra cosa", reconocen diputados de distintas provincias. Las acusaciones de irregularidades contra la gestora en manos de Pío García Escudero y Ana Camins, y la exigencia de adelantar el cónclave que elegirá el próximo liderazgo lo antes posible han desatado una nueva fase del conflicto que no tiene un desenlace claro. 

El escenario actual apunta al enfrentamiento de dos listas en primarias. Génova no descarta terminar lanzando a José Luis Martínez-Almeida y augura que el control del aparato en Madrid no está en manos de Ayuso. "Él sabe mucho de estrategia política, pero no controla nada absolutamente en el partido", insisten dirigentes de peso en la formación. Dicho de otra manera: queda mucho camino. La presidenta, sin embargo, abraza su popularidad entre la militancia y el “derecho” que también le reconocen otros barones de presidir el PP madrileño, aunque a ninguno le agrada "el ruido" generado como dijo Alberto Núñez Feijóo. Como repiten en el núcleo duro de Ayuso, si la solución pasa por que Miguel Ángel Rodríguez deje de estar, la guerra llegará hasta el final.