PP y Ciudadanos cerrarán el año en el peor momento de su relación e inmersos en la batalla de Castilla y León. La situación se parece mucho a la del mes de marzo, cuando la moción de censura en Murcia (y el adelanto electoral en Madrid) voló los puentes entre ambas formaciones. En los dos partidos reconocen que la desconfianza es absoluta y que, por ahora, no tiene opción de reconducirse. Pablo Casado e Inés Arrimadas no han vuelto a hablar desde que el presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, decidió adelantar las elecciones dejando que el partido naranja se enterara a través de Twitter. Horas antes había hablado con la líder de Ciudadanos negando esa posibilidad.

Mientras que el partido naranja acusa al PP de “frivolizar” con los ciudadanos de una autonomía entera, Génova se defiende insistiendo en que la guerra la empezó Ciudadanos con la intentona de derribar el gobierno de coalición en Murcia. Las acusaciones de “mentiras” y “deslealtades” se suceden entre dirigentes de todos los niveles. La guerra abierta no es autonómica, sino nacional. 

El presidente de Castilla y León acude este miércoles a la sede del partido en Madrid para acompañar a Casado en el comité ejecutivo nacional. El resto de barones lo harán de manera telemática ante el tsunami de contagios provocado por la variante ómicron. Mañueco, sin embargo, quiere estar. Y en el PP dan por hecho que la precampaña ha empezado. En su discurso, el líder popular abordará los retos de la formación el próximo año que, a modo de resumen, son las dos citas autonómicas que habrá en esa comunidad primero y en Andalucía después.

Los populares se mantienen en cabeza en todas las encuestas nacionales publicadas, pero Casado sabe que su ascenso depende en gran medida de si hay dos grandes victorias electorales. Y a eso fía Génova la hoja de ruta que mira a la Moncloa. Si Mañueco y Juanma Moreno Bonilla las consiguen, sumadas a las de Madrid, el PP cree que se confirmará el cambio de ciclo.

Hay dirigentes que advierten de los riesgos que puede entrañar la cita castellanoleonesa. Las encuestas internas sitúan a Mañueco cerca de la mayoría absoluta, insisten en Génova. Pero en el PP hay quien desconfía de la fortaleza de Vox, la irrupción de la España vaciada y el relato insistente de Ciudadanos sobre la traición. El partido naranja pondrá toda la carne en el asador para buscar uno o dos procuradores (por Valladolid y Salamanca) pero, sobre todo, harán una campaña basada “en la palabra”. 

El exvicepresidente autonómico, Paco Igea, no ha dejado duda de cómo afronta la cita electoral, contestando a cada mensaje público del PP nacional o cualquiera de sus dirigentes. Los ataques ya han pasado también al Congreso de los Diputados como ocurrió este mismo martes en el pleno extraordinario que dio luz verde definitiva a los Presupuestos Generales de 2022. 

El diputado Guillermo Díaz (Ciudadanos) acusó al PP de ser “esclavo” de su “maniobra y puñalada”, echando en cara a Mañueco que “por su interés partidista” acabara con un Gobierno que funcionaba bien y que contaba con una consejera de Sanidad que fue nombrada mejor médico de familia del mundo. “La política del todo vale llegará a su fin. Esto no puede durar mucho. España no es su juguetito”, espetó el diputado entre quejas e interrupciones de la bancada popular, más propia del enfrentamiento que a menudo mantienen con otros grupos socios de Pedro Sánchez.

Fuentes de la cúpula naranja reconocen que “esto no ha hecho más que empezar” e insisten en que vivirán la campaña de Castilla y León como “una oportunidad” tras la “traición” del PP. La cita autonómica se convierte así en una batalla a nivel nacional donde los dos partidos se volcarán por completo. En Ciudadanos reconocen que cada intervención, también desde el Congreso, estará destinada a la pelea en esa comunidad y no cesarán en sus ataques al PP

Los populares entienden que el partido naranja “no tiene opciones de sobrevivir” y evitan a toda costa plantear un escenario que no sea un gobierno en solitario. Dependerá de la aritmética, pero también de la voluntad de sus posibles aliados. El partido naranja evita hablar con claridad de si volvería a pactar o no con el PP, aunque Igea ya ha dejado claro que no podría volver a hacer presidente a Mañueco tras todo lo vivido.

Mientras la relación entre PP y Ciudadanos se recrudece, el oasis de Andalucía intenta seguir intacto. En el partido naranja insisten en que lo ocurrido en la comunidad castellanoleonesa “no tiene afectación” y que el adelanto electoral no se verá influido tampoco. Moreno Bonilla debe decidir si hacer las elecciones antes o después del verano y debe aclarar si mantiene la puerta abierta a una lista conjunta con los naranjas. Génova tendrá que dar su aprobación a cualquier plan de esas características, y la dirección nacional no lo contempla como una posibilidad real. No lo hacía antes del adelanto de Mañueco y, ahora, explican fuentes de la cúpula, lo ven todavía menos.

El año empezó con un debate abierto en el seno del partido naranja sobre si sería posible o no seguir alcanzando acuerdos preelectorales con el PP en autonomías e incluso a nivel nacional para dar una alternativa completa “al sanchismo”. En marzo la crisis de Murcia hizo saltar por los aires ese entendimiento y Madrid lo remató. Después hubo algún intento de acercamiento, pero nunca se retomó la misma sintonía. 

Arrimadas sigue convencida de luchar por la supervivencia de su proyecto político aunque el partido quede reducido a un grupo con poca representación. Hace solo dos años la formación logró 57 diputados y la tercera posición nacional a nueve escaños del PP. Ahora el modelo en el que se fijan algunos dirigentes es el del PNV, un grupo con pocos escaños que influye en todos los gobiernos nacionales.