"Cómo sois los periodistas. Qué poca fe… no paráis de preguntar por los pactos con Vox en Castilla y León y nosotros no vamos a necesitar a Vox. Vamos a llegar a 40 [procuradores] y con los 3 escaños que nos van a tener que prestar no van a poder exigir nada de nada”. Esta categórica frase fue pronunciada por un dirigente crucial del equipo de Pablo Casado hace apenas tres semanas. Lo hizo en una conversación informal en la que, entre otras cosas, añadió que ese triunfo, que les iba a emborrachar de acierto estratégico en la noche del 13-F, regaría el camino hacia la siguiente estación electoral: Andalucía. Y, en el mientras tanto, pensarían en poner fecha al congreso nacional, al regional en Madrid y en repensar el PP catalán para las elecciones municipales de 2023. Ahí es nada.

Con los resultados ya encima de la mesa –pseudovictoria de un PP herido; temblor de piernas en PSOE y Unidas Podemos; festival de la extrema derecha; coma profundo en Ciudadanos y destello de futuro para las candidaturas de la España vaciada- , es incontestable que la decisión de Pablo Casado y los suyos de empujar al 'popular' Alfonso Fernández Mañueco a adelantar elecciones fue un error. El primero de la lista. Han ganado las elecciones con 31 procuradores (dos más de los que tenía pero lejos de los 40 que pretendían), pero han perdido 'autoritas' y oportunidad de centrarse. Y se someten al vértigo de negociar con un Vox crecido que quiere coalición y hasta una vicepresidencia. 

Otro error nace de pensar que, con un adelanto electoral en Castilla y León, los populares se comerían a Ciudadanos y, con esa digestión hecha, la dependencia de Vox sería mínima

Es indisimulable, asimismo, que el segundo error llegó con la decisión de animar desde Génova a hacer una lectura nacional de los resultados que avalara la tesis de cambio de ciclo en España. Pero es obvio, además, que el tercer error nace de pensar que, con un adelanto electoral en Castilla y León, los populares se comerían a Ciudadanos y, con esa digestión hecha, la dependencia de Vox sería mínima. Y el pulso interno a Isabel Díaz Ayuso estaba entonces ganado. Error, error, error. Atentos a lo que viene por delante con la doble A, Abascal-Ayuso. El dolor de cabeza continuo para Casado, asegurado.

La coalición, endeble

¿Y el PSOE? Pues lo único de lo que puede presumir en esta ocasión es de no haber sido el partido que tomó la decisión de adelantar los comicios. Nada más. Ha pasado de los 35 procuradores en los comicios de 2019 (venció en aquella ocasión, aunque no pudo gobernar dada la alianza PP-Cs) a 28 escaños. Mal negocio. Eso, después de haber intentado una moción de censura ruidosa y fracasada en la Junta castellanoleonesa, prima hermana de la moción de censura de Murcia que resultó suicida para los considerados como sus impulsores, a saber, Iván Redondo, en la Moncloa, y José Luis Ábalos, en Ferraz.

Ninguno de los dos está ya sentado a la diestra ni a la siniestra de Pedro Sánchez. Ninguno aceptó públicamente ser el padrino del entuerto de las mociones de censura con Ciudadanos. Ninguno fue cesado únicamente por esta cuestión. Ninguno era ajeno a esas mociones que achicharraron a su partido. Ahora, Pedro Sánchez y su nuevo equipo se debilitan con este mal resultado del 13-F.

Lo único de lo que puede presumir el PSOE en esta ocasión es de no haber sido el partido que tomó la decisión de adelantar los comicios

A los socialistas no les ha ido bien. A Unidas Podemos, tampoco. Han perdido un escaño y partían de mínimos. Se quedan en un único procurador. La suma de la izquierda, la coalición, muestra sus debilidades. Y en el caso de los 'morados', este constipado electoral leonés (una campaña que Yolanda Díaz debía barruntar compleja cuando no ha querido casi catarla) llega después del gripazo de Madrid el pasado mayo. Esas que se llevaron por delante al osado Pablo Iglesias, quien pensó que colocándose él de candidato lograría salvar los muebles en suelo madrileño. 

En resumen. Mala noche para casi todos. Lo de Inés Arrimadas huele a funeral político. Exhibición de que Vox engorda en España sin esfuerzos ni candidatos de postín. Aviso de que la España vaciada se abre camino, aunque sea poco a poco, para dejar de ser la gran olvidada.