El PP peleará por un gobierno en solitario en Castilla y LeónAlfonso Fernández Mañueco cuenta con el respaldo de Génova para ese intento a pesar de que el partido se quedó lejos de la mayoría absoluta: a diez procuradores. La idea es iniciar ya una ronda de contactos con todos los partidos (de mayor a menor representación), aunque todos los caminos conducen de una u otra manera a Vox. La cuestión es cómo gestionarán esa relación. Así lo publica El Periódico de España.

El PP castellanoleonés nunca llegó a confiar en la vía de atar apoyos de las formaciones localistas (como Soria ¡Ya! o Por Ávila) para forzar la abstención de la ultraderecha llevando a la investidura una opción que sumara 34 escaños. Primero, porque eso implicaría pactos y concesiones a varias bandas. Y, segundo, porque el partido que Mañueco lidera entiende que estarían atentando contra el principio de igualdad en su comunidad. El propio presidente de la Junta lo dejó claro ante los suyos en la junta directiva autonómica de este martes: “No cederemos ante chantajes y privilegios por provincias. Quien piense que vamos a trocear esta comunidad se equivoca de cabo a rabo". El aviso no pudo ser más claro.

En el equipo de Mañueco siguen viendo como gran prioridad formar gobierno y dar estabilidad lo antes posible. No contemplan, a pesar de las distintas hipótesis, la repetición electoral. El objetivo de partida es un gobierno “fuerte y sin la espada de Damocles encima”, en clara referencia a intentar un ejecutivo monocolor que, necesariamente pasaría por algún acuerdo desde fuera.

Ahí entra Vox en la ecuación. El partido de Santiago Abascal insiste en reclamar “por derecho y obligación” formar parte del nuevo gobierno. Y, eso sí, da prioridad a las políticas y al programa. Encima de la mesa ya ha puesto la derogación de la ley autonómica contra la violencia de género y el decreto que regula la memoria histórica. El choque parece inevitable.

La cuestión es que Pablo Casado no cerró la puerta a un acuerdo con Vox en el comité ejecutivo nacional, convocado el martes por la tarde. Sus palabras se midieron con lupa y los ataques a su rival fueron constantes: "Somos la alternativa a los populismos de izquierda y derecha. El populismo nunca produce progreso, ni concordia, ni respeto internacional; sino que empeora conflictos”, zanjó. Pero también asumió que los resultados del 13-F implican una negociación.

Y envió su proprio recado a los de Abascal. “Nuestras condiciones son nuestros principios. Y quien quiera pactar con nosotros deberá aceptarlos y respetarlos”. El pacto es posible, pero el PP no se moverá de los pilares de su ideario, por ejemplo, la defensa de la España autonómica, la igualdad recogida en la Constitución o la integración en Europa.

Radicalismos ideológicos

Fuentes de la cúpula popular insisten a El Periódico de España que la posición no cambiará: entienden que necesitan apoyos para gobernar, pero no tragarán con radicalismos ideológicos que vayan contra las esencias del PP.

La negociación del futuro gobierno autonómico estará en manos de Castilla y León. Mañueco se reunirá con el PSOE en primer lugar y luego lo hará con Juan García-Gallardo (Vox). En Génova niegan tutelas de ningún tipo después de que Mañueco exigiera plena autonomía para pilotar las conversaciones desde Valladolid.

Además, algunos dirigentes del PP piden "prudencia" hasta ver cómo evolucionan las conversaciones. En Castilla y León reconocieron "cierta sorpresa" cuando en la misma noche electoral Abascal ya habló de la vicepresidencia. Al día siguiente su candidato apuntaló la voluntad de entrar en los gobiernos.

Lo cierto es que en el PP cundía la sensación de que gobernar Castilla y León no era una prioridad para ese partido. Vox tiene los ojos puestos en la próxima cita electoral (Andalucía) donde pretende echar el resto y, sobre todo, piensan en las generales. De ahí el nulo interés por 'atarse' a un gobierno de coalición. Pero, como publicó este diario, en Vox también reconocían que fijarían sus exigencias en base al número de procuradores.

Que buscarían un 'acuerdo duro' aprovechando la debilidad de Mañueco no estaba en duda. Pero la entrada en el gobierno, sí. En caso de tener una fuerza muy importante veían difícil negarse a esa opción. Por ahora, reconocen en el entorno de Mañueco, lo han puesto encima de la mesa. En distintos sectores del PP, sin embargo, creen que hace falta esperar. "Quizá avancen las negociaciones y no les interese ocupar consejerías", aseguran. Los mismos dirigentes reconocen que "se puede apretar y hacer mucho daño desde fuera de los gobiernos".

Es una posibilidad que no descartan y en ella se basarán precisamente para buscar el gobierno en solitario. En el PP también preocupa la fuerte desconfianza que hoy existe entre los dos partidos. Los líderes no hablan desde hace meses. La relación es prácticamente nula desde el discurso de la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez en la que Casado soltó amarras y que Abascal percibió como una traición. En Castilla y León la interlocución es directamente inexistente porque Vox no tenía estructura hasta estas elecciones.