PP y Vox han cerrado su primer gobierno de coalición. Un pacto de legislatura que incluye la Mesa de las Cortes y el Ejecutivo de Castilla y León. Por primera vez el partido de Santiago Abascal tendrá la presidencia de las Cortes (que ocupará el leonés Carlos Pollán) y también una secretaría. Además, según confirman fuentes de la cúpula nacional, Juan García-Gallardo será el vicepresidente del Gobierno y estarán al frente de otras tres consejerías que aún no se han definido.

Vox ha explicado que el reparto de sillones ha sido lo pactado "y ahora se abren dos meses" para seguir hablando de qué cartera dirigirá cada uno.

Tras intensas horas de negociación hasta prácticamente el arranque del pleno, Alfonso Fernández Mañueco aseguró que el acuerdo "permitirá un gobierno estable, sólido y con pleno respeto al orden constitucional y al Estatuto de Autonomía". La aclaración sobre sus socios llega después de que el partido ultra haya puesto en duda el actual sistema autonómico y exigiera, al principio de las conversaciones, derogar medidas en materia social clave sobre violencia de género y memoria democrática. En el PP afirman que esas exigencias no están recogidas en el acuerdo.

El malestar en Vox había ido en aumento en las últimas horas, hasta el punto de que esta misma mañana dirigentes nacional aseguraban que todo podía saltar por los aires. En la cúpula insisten en que el PP "no cedía en nada" y que no sólo no estaban dispuestos a entregarles la presidencia de las Cortes, sino que tampoco querían que estuvieran en el Gobierno autonómico. Esa siempre fue la línea roja de Vox a pesar de que los populares intentaron al principio un gobierno en solitario.

Como publicó este diario, Mañueco también abrió una negociación con los tres procuradores de Soria Ya! para cerrar una alternativa en las Cortes. Los votos les daban para hacerse con la presidencia del Parlamento autonómico. Incluso Alberto Núñez Feijóo aseguró este miércoles en Madrid, en su primera rueda de prensa, que el PP debía presidir las Cortes. Pero, según explicaron en el PP, Vox lanzó un ultimátum al final del día: el pacto debía incluir la Mesa y el Gobierno o no habría acuerdo. La verdadera línea roja de Mañueco era el adelanto electoral: los populares no concebían bajo ningún concepto volver a las urnas, mientras que Vox estaba dispuesto a ello.

El primer acuerdo de gobierno

El de Castilla y León es el primer pacto de coalición que los dos partidos asumen en una comunidad autónoma. Se trata del gran debate al que el PP llevaba tiempo enfrentándose. La anterior dirección (capitaneada por Pablo Casado y Teodoro García Egea) era partidaria de no compartir gobiernos con Vox hasta las elecciones generales. El mandato del secretario general era claro y ya venía provocando algunas fricciones, empezando por Castilla y León.

Mañueco fue consciente en la noche electoral de que no había otro camino. Génova le empujó a intentar buscar acuerdos con los distintos partidos localistas para evitar la coalición. Pero en el equipo castellanoleonés lo tenían claro. Como también lo asumen, aunque de forma preventiva, en Andalucía. Juanma Moreno Bonilla deberá convocar elecciones este año. Todo apunta al mes de octubre. Y, a pesar de que las encuestas sonríen al PP, en la formación muchos sectores descuentan que Vox saldrá fortalecido de esta cita electoral y podrá entrar en un segundo gobierno autonómico.

El debut en Castilla y León lo cambia todo. En el PP muchos dirigentes entienden que "antes o después" tocaría formar gobierno con Vox. Y que, si ese es el único marco posible, "lo mejor era hacerlo ya" para que la ciudadanía empiece a juzgar su gestión. En ese sentido recalcan que los socios minoritarios de los gobiernos de coalición (Ciudadanos en su caso y Podemos en el del PSOE) han salido muy perjudicados tras sus experiencias en poco tiempo.