La CEOE se prepara para abrir una nueva etapa en sus relaciones con el PP con la llegada a la presidencia de Alberto Núñez Feijóo. La convivencia entre el líder de la patronal, Antonio Garamendi, y Pablo Casado ha sido muy traumática, mucho más incluso de lo que ha trascendido. Su salida de la cúpula popular, según confirman fuentes conocedoras, ha supuesto un alivio para el presidente de la CEOE que, en privado, no oculta sus críticas a la falta de solidez y liderazgo del ya casi exdirigente del PP.

Aunque en el partido han esgrimido durante estos años que no están obligados a coincidir con todas las posturas de los empresarios, lo cierto es que históricamente ha existido una sintonía de la derecha con la patronal, del PSOE con UGT y del PCE e Izquierda Unida con CCOO. Precisamente la ausencia de conexión del PP de Casado con sus órbitas tradicionales, a todos los niveles, no sólo económico también social, es uno de los motivos que explican el fracaso de su proyecto.

Pero con la CEOE de Garamendi esa desconexión ha ido mucho más lejos. No sólo ha faltado entendimiento, es que en el entorno del presidente de la patronal sostienen que Casado y su secretario general, Teodoro García Egea, han trabajado activamente para descabalgarle del poder. Como ya publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, creen que existía un vínculo entre el líder de Foment, Josep Sánchez Llibre, y García Egea, a través del exdiputado popular Vicente Martínez Pujalte, asesor del primero en la patronal y padrino político del segundo.

Aspirante auspiciado por el PP

Esta sensación se acrecentó en los últimos meses. Tanto fuentes de los empresarios como del PP apuntan a que el ex secretario general ha tenido contactos para que hubiera un candidato alternativo a Garamendi en la asamblea de noviembre, que debe escoger una nueva dirección. Aún es muy pronto para saber si se presentará alguien más, pero en ningún caso será alguien auspiciado por Génova.

Las fuentes consultadas por este diario confirman este plan de derribo de Garamendi. "Es rigurosamente cierto. Era una jugada diseñada por Teo junto a Pujalte, que es íntimo de Sánchez Llibre", aseguran. "Se trata de una operación absurda que se enmarca en la chaladura que le entró a Casado en su último año". Según este dirigente, el elegido habría sido el propio Sánchez Llibre. Pero fuentes empresariales aseguran que el nombre del candidato alternativo no estaba aún decidido y que García Egea mantuvo encuentros con empresarios para tratar de que se enfrentaran al actual presidente de la patronal.

Una de las personas a quien se lo ofrecieron lo confirma a este diario. "Lo que no sé es que hace un partido político proponiendo estas cosas", explica. Son propuestas, subraya, que "venían de la mano de Sánchez Llibre". "Y lo que sé es que Pablo Casado estaba en eso".

Tensión por los acuerdos con el Gobierno

La existencia de esta operación demuestra que el conflicto con la CEOE era mucho más profundo que la nula complicidad entre Casado y Garamendi. El jefe de los empresarios se ausentó de la convención en Valencia que en octubre pasado debía ser el inicio de la carrera del dirigente popular a La Moncloa, pero sí hubo representación de la CEOE. Ahora Feijóo representa la oportunidad para normalizar la comunicación entre las dos organizaciones aunque su presencia en el congreso popular del próximo fin de semana no está aún confirmada.

La relación entre la CEOE y el PP de Casado tuvo su verdadero punto de inflexión tras las declaraciones de Garamendi sobre los indultos el pasado verano. Pero en la dirección, antes y después de aquello, nunca llegaron a comprender la posición de cercanía que la patronal dejaba ver con el Gobierno. Casado acumulaba malestar por el papel que los empresarios jugaron en grandes acuerdos con Moncloa (desde los ERTE a otras medidas extraordinarias en la pandemia) y, especialmente, reprochaban que estuvieran formando parte de “la propaganda de Sánchez”

La sensación que las dos partes tuvieron en aquel momento es que la polémica de los indultos en realidad hizo rebosar un vaso que se fue llenando gota a gota. La CEOE, por su parte, insistían en que no se trataba de un acercamiento al poder sino de negociaciones con el Gobierno de turno (en este caso PSOE y Podemos) para defender a las empresas que representan. El líder del PP expuso su mayor crítica en una reunión con sus diputados en el Congreso en el que llegó a decir que la clase empresarial se había convertido, en algunos casos, en una “platea subvencionada que buscaba fondos europeos”.

Báñez, en el fuego cruzado

En la dirección nacional defendían con firmeza que el PP “hacía su camino” con independencia de los intereses que en cada momento tuviera la CEOE y aseguraban que a pesar de las buenas relaciones que siempre han mantenido ambas organizaciones, “la independencia y autonomía era absoluta”. El equipo de Casado se refería a la presencia de Fátima Báñez en la CEOE como garantía de los puentes entre ambos cuando las alarmas de crisis sonaban cada poco tiempo. La exministra de Rajoy siempre ha mantenido una posición de neutralidad y ha evitado a toda costa entrar en cualquier polémica derivada de la relación entre Garamendi y Casado, remarcando que se encuentra fuera de la política. Sí se ha dejado ver en algunos actos sin esconder su interés y preocupación por que al PP le vaya bien.

Su nombre ha vuelto a la primera línea tras la salvaje crisis interna del PP que termina con la era de Casado y abre un nuevo tiempo con Feijóo. Sobre todo ante la idea de que el gallego podría recuperar a dirigentes veteranos que no tuvieron espacio en el proyecto de Casado y que, en la formación, consideraron “injusta e inadecuada” su salida.

Así lo siguen considerando dirigentes con representación en el Congreso y Senado, que también siguen insistiendo en la “torpeza” que tuvo el aún líder nacional a la hora de elaborar las listas de sus primeras generales como candidato. “El caso de Fátima fue especialmente sangrante al situarla como número dos de un fichaje mediático”, relata aún hoy algún dirigente que compartió escaño durante mucho tiempo con la andaluza. 

A comienzos de año, mientras el enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso rozaba niveles insostenibles y el malestar de otros barones territoriales y personas con influencia en el círculo del PP iba en aumento, Casado decidió cerrar varios frentes abiertos que empezaban a acusarle un desgaste importante. También en las encuestas y a las puertas de un nuevo ciclo electoral con Castilla y León a la vuelta de la esquina. Ahí se produjo el paseo entre la presidenta madrileña y Teodoro García Egea, y también el abrazo de Casado con Garamendi en un acto que compartieron. “Las cosas podían mejorar, pero había otras que eran irrecuperables. Algo no cuadraba”, afirman dirigentes populares ante la creencia de que “todo se había ido rompiendo”.