El Ministerio de Interior deportó el pasado 24 de marzo a un argelino solicitante de asilo que denunció haber sufrido torturas. Lo hizo en contra de un auto de la Audiencia Nacional que pedía paralizar su expulsión, según adelantó El Mundo. El Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores de València, atribuye esta situación a un "error de interpretación" y los magistrados de la Audiencia han reclamado, en un auto del pasado 11 de abril, que garanticen la vuelta a España del argelino.

Abderrahim había llegado al Almería el pasado 15 de febrero por vía marítima. De allí fue trasladado al CIE de València, donde mostró signos de haber sufrido tortura y manifestó su voluntad de pedir asilo. Fue el 28 de febrero. A los dos días presentó su primera solicitud, que le fue denegada.

Asociaciones como Acnur, Psicólogas Sin Fronteras y Médicos del Mundo emitieron informes periciales alertando de la delicada situación física y psicológica y pidiendo su puesta en libertad por motivos de salud. Como explica su abogada del turno de oficio de extranjería, Carmen Cabrera, "el día 28, cuando le conocí, sufrió un ataque de ansiedad". Su segunda solicitud de asilo también fue rechazada en pocos días.

Este informe pericial de Acnur fue el que dio pie al recurso de la Audiencia Nacional, que emitió el 18 de marzo un auto al CIE en el que pedía paralizar la expulsión.

La dirección del CIE achaca a un "error de interpretación" la deportación el día 23 de marzo

La dirección del CIE achaca a un "error de interpretación su deportación el día 23 de marzo", además comunicada con pocos minutos de diferencia y, por tanto, sin la antelación legal. Pese al acompañamiento de la campaña CIEs NO, Abderrahim fue metido en un avión y devuelto a su país de manera exprés y sin casi oportunidad de hablar con su abogada o informarle de esta situación, que le manda de vuelta a un país del que tuvo que huir, según denuncia, tras haber sufrido torturas.

En concreto, Cabrera cuenta que Abderrahim sufría de persecución de una organización criminal, que le secuestró, amenazó de muerte y torturó, hasta que escapó cuando le dieron por muerto. Intentó denunciar la brutalidad policial en su país pero no tuvo suerte. En el hospital "presentaba lesiones muy graves" e incluso denunció "que quemaron su casa y su familia también ha tenido que desplazarse", narra su abogada.

Deportación exprés

Abderrahim fue deportado en el mismo avión que Mohamed Benhalima, un activista contra la corrupción y ex militar argelino que ahora mismo está condenado a muerte en una cárcel militar de Argel. Benhalima pertenece al movimiento pacifista Hirak, como varios de los presos en cárceles argelinas también con condenas.

La deportación de Benhalima fue muy polémica precisamente por las quejas de asociaciones como Amnistía Internacional o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de que podría sufrir torturas y ser condenado, como finalmente ha sucedido.

La dirección del CIE achaca a un "error de interpretación su deportación el día 23 de marzo", además comunicada con pocos minutos de diferencia y, por tanto, sin la antelación legal. Pese al acompañamiento de la campaña CIEs NO, Abderrahim fue metido en un avión y devuelto a su país de manera exprés y sin casi oportunidad de hablar con su abogada o informarle de esta situación, que le manda de vuelta a un país del que tuvo que huir, según denuncia, tras haber sufrido torturas.

En concreto, Cabrera cuenta que Abderrahim sufría de persecución de una organización criminal, que le secuestró, amenazó de muerte y torturó, hasta que escapó cuando le dieron por muerto. Intentó denunciar la brutalidad policial en su país pero no tuvo suerte. En el hospital "presentaba lesiones muy graves" e incluso denunció "que quemaron su casa y su familia también ha tenido que desplazarse", narra su abogada.

Deportación exprés

Abderrahim fue deportado en el mismo avión que Mohamed Benhalima, un activista contra la corrupción y ex militar argelino que ahora mismo está condenado a muerte en una cárcel militar de Argel. Benhalima pertenece al movimiento pacifista Hirak, como varios de los presos en cárceles argelinas también con condenas.

La deportación de Benhalima fue muy polémica precisamente por las quejas de asociaciones como Amnistía Internacional o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de que podría sufrir torturas y ser condenado, como finalmente ha sucedido.