“Hay que sudar la camiseta hasta el final”, dijo el valenciano Ximo Puig a más de 40 grados. “Hasta el último minuto cuenta todo”, advirtió la balear Francina Armengol. “La única encuesta que importa es la del día 19, la válida, la real”, enfatizó Guillermo Fernández Vara“A la porra las encuestas”, proclamó Adrián Barbón.

“Estamos haciendo un campañón, dejándonos el hígado”, dijo el candidato Juan Espadas “a una semana que realmente son cinco días” de que los andaluces voten. El desembarco de siete presidentes autonómicos del PSOE este domingo en Córdoba sirvió para conjurarse contra las encuestas que dan ganador al PP, sin posibilidades de que los socialistas vuelvan al gobierno en Andalucía. Contra ese desánimo, que instala la idea de que el partido ya está perdido y dificulta al PSOE andaluz recuperar a sus abstencionistas y convencerlos de que vayan a votar, pelearon junto a Espadas los barones socialistas a una semana de que se abran las urnas. Espantar la resignación, será el gran objetivo los calurosos días que quedan por delante, mientras el PP juega a captar votos entre esos dudosos que fueron en su día votantes del PSOE.

Volver a ser lo que fueron

El PSOE de Andalucía fue durante muchísimos años la federación más respetada del partido. Las mayorías absolutas encadenadas y los gobiernos ininterrumpidos en la comunidad 37 años hacían de esta federación el corazón del partido, su motor. Los socialistas andaluces eran además el fiel de la balanza, los conflictos se desencallaban en Andalucía. Sin prepotencia, presumían siempre los socialistas andaluces, eran la referencia. Ese equilibrio saltó por los aires cuando Susana Díaz dio un paso al frente y se midió frente a Pedro Sánchez en unas primarias sangrientas que rompieron el partido en dos. En el PSOE andaluz las heridas han tardado más en curarse. Hasta hace un año, que Juan Espadas ganó las primarias, el partido tardó demasiado en pasar página.

A ese tiempo perdido desde que en 2018 fueron desalojados de la Junta, enredados en sus cuitas internas y sin dedicarse en cuerpo y alma a la oposición, miran ahora con ansiedad muchos en el partido. El candidato del PP, Juan Manuel Moreno, llega sin apenas rasguños porque ha tenido una débil oposición. La gestión del Gobierno de Pedro Sánchez, según las encuestas, es una losa para el PSOE porque está mal valorada por los andaluces. Es la campaña más difícil en unas autonómicas andaluzas, el PSOE las afronta con las encuestas en contra y desde la oposición por primera vez.

Del pasodoble a Séneca

Los socialistas se han querido zafar del desánimo que airean las encuestas tirando de folclore y con un pasadoble en directo, que ha abierto el acto de Córdoba y puesto en pie a los 500 asistentes. Si se temía el pinchazo, —los organizaciones habían diseñado un acto con formato televisivo y poco público—, el patio reservado en el Palacio de Congresos de Córdoba se desbordó y muchos asistentes han tenido que escuchar de pie y sin aire acondicionado el mitin.

Al PSOE hoy en folclore no le ganó nadie. Ni Macarena Olona con su abanico. Aquí se repartieron muchos, rojos y con el lema de campaña: “Si votamos, ganamos”. A la estampa costumbrista le precedió un paseíllo de la comitiva socialista por el Puente Romano y la Mezquita, que culminó con el “ole, ole y ole” que le dedicó la exalcaldesa de Córdoba a las intérpretes del pasodoble, para asegurar a continuación que no van a consentir que entre en Andalucía “el caballo de Troya Moreno-Olona”. En la estampa de Córdoba como crisol de civilizaciones redundaron incluso los invitados, como el presidente aragonés, Javier Lambán, que recordó que la ciudad fue cuna de Séneca, Averroes, Maimónides, Góngora y de Manolete, que en el exilio mexicano brindó un toro a Indalecio Prieto.

Eva Granados, portavoz del Senado, fue la maestra de ceremonias y aludió a un PP que está “entregado a Vox que no cree en el Estado de las Autonomías”. En el público las ministras Isabel Rodríguez y Margarita Robles y la exvicepresidenta Carmen Calvo.

El presidente de Asturias, Adrián Barbón, pidió a los andaluces: “No consintáis a Macarena Orban que os hable de los pueblos y del medio rural”, en un juego de palabras entre la candidata de Vox y el presidente de Hungría, donde gobierna la extrema derecha. Desde Canarias, Ángel Víctor Torres, que ha lidiado con la catástrofe del volcán de La Palma, rechazó ese discurso permanente del maltrato desde Madrid y el Gobierno de España a las autonomías. Francina Armengol, presidenta de Baleares, alabó las cualidades políticas del candidato Espadas, que no vino a la política “para ponerse de perfil y criticar al Gobierno de España”, como aseguró ha hecho Moreno en Andalucía.

Lambán fue el único que nombró a la expresidenta andaluza. “El milagro del socialismo español se debe a todos los presidentes andaluces desde Escuredo a Susana Díaz”, dijo el que fue un acérrimo defensor de la política sevillana desaparecida esta campaña. Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, defendió que “nada de lo que ocurrió con Felipe (González), con (José Luis Rodríguez) Zapatero o de lo que está ocurriendo con Pedro Sánchez, nada de eso hubiera ocurrido si no fuera porque los andaluces siempre han estado con las políticas de progreso del país y ahora toca estar con los andaluces en un momento crítico de vuestra vida”. Concha Andreu, presidenta de La Rioja, criticó la herencia recibida del PP en su comunidad en sanidad y proclamó con fuerza el “ni un paso atrás”. “Cualquier día vamos a encontrar a Moreno Bonilla en la sede de Ferraz haciéndose la ficha de afiliación”, ironizó la ministra de Política Territorial sobre el papel de centro moderado que juega Moreno, al que acusan de disfrazarse de socialdemócrata. “Es del PP de Rajoy, de Aznar y Bárcenas, del PP que se abraza con la ultraderecha”, dijo Rodríguez.