Aguas movedizas para las izquierdas en la cita electoral del domingo. Culmina una campaña extremadamente difícil para las distintas opciones más allá del PSOE, donde el principal reto consistía en paliar la desmovilización y hacerse reconocibles después de las múltiples fracturas y pugnas internas. Este objetivo cobra especial importancia en el caso de ‘Por Andalucía’, una coalición que aúna por primera vez a fuerzas encontradas como Más País y Podemos y que no está liderada por los morados sino por IU. El resultado, en definitiva, de nueva política de alianzas en la que ha intervenido Yolanda Díaz, que pasará su primer examen en la convocatoria andaluza. El gran peligro es la abstención, y las dos fuerzas que copan el espacio se han centrado estos días en combatirla.

No ha ayudado a esta empresa el telón de fondo de la campaña, con las luchas fratricidas. La más evidente se ha visibilizado en la existencia de dos candidaturas fruto de un divorcio político: la coalición liderada por Inmaculada Nieto y el partido de Teresa Rodríguez, que lideró en 2018 la lista electoral y fue más tarde expulsada del grupo junto a otros siete diputados. Si por entonces la izquierda más allá del PSOE fue en una misma papeleta y se hizo con 17 asientos en el Parlamento andaluz, ahora pelea por alcanzar los diez escaños sumando las dos opciones. 

La consecuencia directa del nuevo escenario es que ninguno de los proyectos está plenamente consolidado. Más flagrante es el caso de la coalición Por Andalucía, que nació herida por las turbulentas negociaciones que enfrentaron a Izquierda Unida y a Podemos, que después de tensar la cuerda hasta el último momento se quedó fuera del registro y no figura oficialmente como miembro de la candidatura. Aunque ha habido un intento claro de cerrar filas para no entorpecer la campaña electoral, la elección de Nieto como candidata frente a la apuesta de Podemos por Juan Antonio Delgado ha hecho que el resquemor en las filas moradas se haya hecho evidente, en algunos momentos, con su punto álgido en el cese de Amanda Meyer, dirigente de IU Andalucía, por parte de Irene Montero, que ha restringido su presencia en la campaña.

El desconocimiento de Nieto como candidata y la falta de recursos y organización de Rodríguez les ha obligado a intentar afianzarse a contrarreloj, tratando además de remarcar sus diferencias para dar cuenta de la nueva realidad electoral tras la fractura del espacio en dos candidaturas. Una se presenta como un proyecto piloto del espacio a nivel nacional, en un nuevo ensayo de alianzas que reúne de nuevo a los distintos actores que se han enfrentado en los últimos años; y la otra, liderada por Rodríguez, que busca abanderar el andalucismo, exhibiendo una total independencia de cualquier organización en Madrid y de cualquier partido tradicional. 

Teresa Rodríguez partió con ventaja en los primeros compases de la campaña electoral. Su figura más reconocida -le conoce un 89% de su electorado, según el CIS- y su intervención en el primer debate televisivo, donde fue la única que rebatió las tesis de Vox, la situaron en el mapa y la llegaron a impulsar hasta los 4 escaños, según los sondeos, cuando a principios de campaña algunas encuestas la situaban fuera del arco parlamentario. 

La dirigente anticapitalista ha logrado capitalizar su liderazgo, tanto es así que hará figurar su rostro en la papeleta electoral. Sin embargo, el desconocimiento de su proyecto y la falta de recursos para la campaña electoral -la Junta Electoral se los denegó- pueden lastrar sus opciones. El principal distintivo de su proyecto pasa por evitar mezclarse con el PSOE, con quien en ningún caso entraría en ninguna coalición, según ha defendido durante meses. Adelante Andalucía tiene vocación fiscalizadora, si se diera el caso, facilitaría un ejecutivo progresista pero sin entrar en él. 

Esta tesis no ha pasado desapercibida en ‘Por Andalucía’, donde aspiran a reeditar en la región la coalición que ya gobierna en La Moncloa. Una opción “de gobierno, no de oposición”, según destacó Yolanda Díaz en una de sus intervenciones en la campaña. “No queremos pedir el voto para estar en la oposición, sino para estar en el Gobierno y cambiar la vida de la gente", advirtió. 

La vicepresidenta segunda ha sido precisamente la gran protagonista de la carrera electoral, que ha ido in crescendo para esta fuerza andaluza. Por Andalucía diseñó para los primeros días una campaña con actos de pequeño formato, que contaron con la asistencia de unas pocas decenas de personas. Pero la presencia de Díaz marcó un punto de inflexión, logrando movilizar a miles de personas en cada uno de los tres actos multitudinarios organizados por la coalición, el último en Dos Hermanas (Sevilla), feudo histórico del PSOE. En el cierre de campaña, Nieto dio cuenta de la deriva creciente de la campaña: "Esto se ha convertido en una ola, y eso que parecía inmutable ha ido creciendo y tenemos en la mano que haya un bloque de progreso en Andalucía que sea mayoritario a las derechas", dijo este viernes noche en Málaga.

Uno de los principales elementos de movilización fue Yolanda Díaz, que inicialmente tenía previsto participar sólo en dos actos de campaña, sumó un tercero en Málaga junto a Iñigo Errejón, en una de las imágenes más destacadas de la campaña, por escenificar el reencuentro de los dos espacios después de la escisión de 2019. La vicepresidenta decidió implicarse en Andalucía pese a las advertencias de algunas voces de su entorno, que le llamaron a evitar cualquier desgaste ante los previsibles malos resultados -Por Andalucía aspira a obtener entre 8 y 10 escaños en su horquilla máxima-. Una apuesta que no es baladí; ya que Díaz es consciente de que Andalucía abre un nuevo ciclo electoral de cara a los futuros meses. Su presencia allí ha sellado una vinculación con los resultados que obtenga el domingo la coalición, en el que será el primer examen de la futura candidata.