Más de 6,6 millones de andaluces deciden hoy el futuro político de la comunidad en las decimosegundas autonómicas desde 1982. En 11 de estos comicios ha ganado el PSOE, en cinco con mayoría absoluta, en seis con posibilidad de pactos para mantenerse en la Junta de Andalucía. El cambio de Gobierno llegó hace cuatro años pero el cambio en la sociedad andaluza, para convertir al PP en el partido mayoritario y de las clases medias, puede llegar este domingo. Juan Manuel Moreno, candidato del PP, confía en firmar este 19 de junio una jornada “histórica”. Llega con el viento a favor y unanimidad en las encuestas sobre una victoria rotunda. La gran incógnita es si podrá formar gobierno en solitario o dependerá de Vox. Una coalición con la extrema derecha marcaría sin duda el camino del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su carrera hacia la Moncloa.

El recuento de las urnas dirá si es fantasía o realidad, pero el PP ha cabalgado la última semana de campaña en la idea de que “la cifra mítica” de los 55 diputados, mayoría absoluta, está al alcance de la mano. Aunque le falte un solo voto, Vox ha dejado claro que no lo dará gratis y quiere entrar en el Gobierno. Pese a una campaña errática y un pinchazo en las expectativas, Macarena Olona no ha dejado de repetir que está en Andalucía para entrar en el Ejecutivo. En 2018, Vox irrumpió por primera vez en las instituciones españolas con 12 diputados en el Parlamento andaluz. Ahí comenzó todo y en la Junta de Andalucía, pese a que ser un partido que no cree en el Estado de las Autonomías, quieren cimentar la idea de que no son un partido ultra sino de gestión y que pueden llegar al Gobierno de España.

Trasvase de votos socialistas

Moreno sabía antes de convocar elecciones en Andalucía que su mayor rival electoral era Vox. En las últimas generales este partido dio el 'sorpasso' al PP en cinco de las ocho provincias andaluzas y quedó a apenas 7.000 votos. La situación que pintan ahora las encuestas es muy diferente pero queda la incógnita de si el PP necesitará a Vox como aliado imprescindible para seguir en el poder. El candidato del PP ha jugado a ampliar su base electoral por el centro izquierda y ha pedido el voto prestado de electores socialistas para poder gobernar sin pactos. El PSOE, que se asoma a un abismo en Andalucía, no ha dado crédito a que vaya a existir un trasvase de votos de sus filas hacia Moreno. Este domingo se medirá cómo de fuerte está la extrema derecha, si los gobiernos del PP sin Vox son posibles o una entelequia y si el desgaste del PSOE de Pedro Sánchez es tan alto que Moreno toca la mayoría absoluta en el que ha sido el gran feudo socialista.

El PSOE ha afrontado su campaña más difícil en Andalucía. No por el rechazo social, que aseguran que fue mayor en 2012, cuando en pleno estallido del caso ERE sus candidatos sufrían improperios por la calle y rechazo de los ciudadanos. El candidato Juan Espadas no ha tenido esa percepción de hecatombe pero las encuestas vaticinan una derrota severa. Quedará ver si el PSOE de Andalucía es tan fuerte como dicen o puede caer por debajo del millón de votos y empeorar el resultado de Susana Díaz en 2018, lo que sería un rotundo fracaso.

Las izquierdas ensayan también el futuro del proyecto político de Yolanda Díazque finalmente y tras resistirse atendió las llamadas de auxilio de Por Andalucía, que se enfrenta por la izquierda también con Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez. La fragmentación de este espacio encarece los diputados, dicen los expertos, aunque solo tres derechas sumaron para desbancar al PSOE del Gobierno después de casi cuatro décadas.

Un cambio social

El presidente andaluz ya consiguió por primera vez hace tres años y medio el cambio en el Gobierno andaluz después de 37 años ininterrumpidos de poder socialista. Se aupó a la presidencia de la Junta tras la derrota más estrepitosa en unas elecciones andaluzas, con 26 de los 109 diputados del Parlamento y gracias a una coalición con Cs y un pacto con Vox. Ahora las tornas han cambiado. Sus socios liberales en el Gobierno están al borde de la desaparición. Un par de diputados de Cs pueden dar oxígeno a Moreno para aislar a Vox.

La gran duda a despejar será ver hasta donde el PP ha penetrado en Andalucía y si hay un vuelco político de tal envergadura que sitúe al partido de centro derecha al borde de la mayoría absoluta. En 2012 Javier Arenas firmó 50 diputados pero la victoria se convirtió en amarga derrota porque PSOE pactó con IU y siguió en la Junta. Los históricos del PP aseguran que aquellas elecciones firmaron el primer triunfo del centro derecha en la comunidad. Ahora aspiran a otra cosa, quieren que el PP se convierta “en el partido que más se parece a Andalucía”, en “el partido de las clases medias”, en el mayoritario en una comunidad de hegemonía socialista.

La campaña del PP no ha durado quince días sino que comenzó prácticamente en cuanto Moreno llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía. Mientras, el PSOE ha estado tres años sin hacer oposición enredado en cómo y cuándo descabalgar a Susana Díaz y quien debía sucederle. El resto de la izquierda abría una guerra civil para expulsar a Teresa Rodríguez del espacio político.

Desde prácticamente su estreno, en el equipo de Moreno dejaron claro que llegaban para “un cambio tranquilo” para acabar con “el miedo” que durante décadas había azuzado el PSOE a un gobierno de derechas. Moreno ha evitado los debates ideológicos a los que Vox empujaba y a pesar de haber rubricado con el partido de Santiago Abascal su primera investidura y tres presupuestos. Desde el primer momento en su equipo hablaron del estilo Macron, de una gestión para todos los andaluces sin ideologías, se aferraron al llamado “andalucismo constitucional o andalucismo moderno”, alimentaron la teoría del “milagro económico”, que ningún economista avala tras una pandemia y en mitad de una grave crisis de inflación con una guerra a las puertas de Europa, y gestionaron la pandemia sin fallos graves, con una campaña de vacunación que funcionó casi a la perfección. La legislatura ha contado con una inyección de fondos extraordinarios vía Estado desde la Unión Europea. Cada crítica de la oposición sobre los problemas en la sanidad pública, las plantillas sanitarias y el colapso de la atención primaria han tenido del PP la misma respuesta, cierta: Más recortó el PSOE tras la crisis de 2008. La herencia recibida del PSOE ha sido una coartada de peso para la gestión del Gobierno andaluz de PP y Cs.

El PP 'copia' al PSOE

Si atendemos a los datos comparados del Barómetro Electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PP ha desbancado al PSOE en Andalucía como el partido preferido por los ciudadanos. En concreto como el partido que mejor defiende los intereses de Andalucía, el que más conecta con los intereses de los ciudadanos, inspira más confianza, tiene mejor líder y es percibido como mejor capacitado para gobernar. Todos estos cualitativos ilustran bien qué puede pasar este domingo. El PP con una marca más allá de las siglas, la de ‘Juanma’, como presidente de la Junta ha sabido aprovechar su tiempo de Gobierno para quitar al PSOE todas las banderas con las que ha ganado con facilidad casi cuatro décadas en la comunidad. Lo más llamativo es que ni Moreno ni el PP era bien valorado por los andaluces en 2018. La comparación entre los sondeos del CIS en 2018 y 2022 ilustrarían casi un milagro político. En todas esas preguntas el PP fue elegido por menos del 10% de los andaluces. En el último sondeo en todos esos indicadores los populares escalan veinte e incluso treinta puntos porcentuales.

Los andaluces también han virado algo más de medio punto hacia la derecha en su autoubicación ideológica, pasando del 4,55 en 2018 al 5,15 en 2022. Ese pequeño corrimiento social hacia el centro derecha ha llevado a hablar de la derechización de la comunidad más socialista de España. Lo cierto es que cabría preguntarse si el PSOE perdió su esencia más de izquierdas después de tantos años de gobiernos para convertirse en la opción conservadora, la que daba más seguridad, a muchos andaluces. Es eso lo que posiblemente ha cambiado con un PP que los socialistas acusan de “travestismo político” por querer parecerse al PSOE en su feudo más importante de España.