Del asombro por el éxito de la cumbre de la OTAN a la inquietud por la constatación de que otra guerra interna, en el peor momento posible, se ha instalado en el Gobierno de coalición, tras la decisión de aumentar en 1.000 millones el gasto militar. La exhibición en las últimas horas de la división en el Ejecutivo por la aprobación de un crédito extraordinario para Defensa, con el rechazo frontal de Unidas Podemos, ha causado perplejidad entre los socialistas. Porque este constante "ruido", explican, impide que llegue a la opinión pública las decisiones del Gobierno, pero también por la sorpresa de que este nuevo episodio de confrontación se haya producido sólo unos días antes de la celebración del debate del estado de la nación, al que Moncloa concede toda la importancia, y horas antes de que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, impulse Sumar, su plataforma para concurrir a las elecciones generales. "¿Esto es casualidad o está despegando y no hemos sabido controlar la situación?", señalan fuentes del partido. 

Este viernes, Díaz presenta Sumar, que aspira a aglutinar a toda la izquierda a la izquierda del PSOE, en un acto en Madrid. A partir de entonces, la vicepresidenta inicia un "proceso de escucha", de intercambio de ideas con la sociedad civil, que le llevará por toda España buscando apoyo social para su proyecto. 

Distintas fuentes socialistas consultadas por este diario apuntan la relevancia de que en este contexto sea Díaz quien haya confrontado directamente con el ala socialista del Ejecutivo y la que pidiera este martes una reunión "urgente" de la comisión de seguimiento del pacto de coalición. Hasta ahora los problemas han sido, recuerdan, con Podemos y con las ministras Ione Belarra y Irene Montero. Y salvo en el choque por capitalizar y orientar la reforma laboral, la relación con ella es buena De hecho, por orden de Pedro Sánchez, en Moncloa se le protege y se tratan de facilitar sus peticiones.

Pero estas fuentes consideran un error haber dejado que ella marque perfil propio, justo ahora. Defienden que no debió permitirse que las desavenencias sobre la inversión en Defensa llegaran tan lejos y que se debió actuar para que la discusión interna no saliera a la luz. "Que se hubieran sentado", sostienen. Que el foco esté situado en una pugna con el socio minoritario, argumentan, favoreciendo su papel protagonista, en lugar de en las medidas que aprueba el Ejecutivo, es "inconcebible". 

Preocupación en el PSOE por dejar que Díaz marque perfil propio a horas de presentar Sumar.

Desde la tarde del lunes se ha librado una batalla pública sobre el aumento del gasto militar. Fue la propia vicepresidenta segunda quien lo confirmó, sin disimular su enojo, después de que lo avanzara el diario El País. Díaz aseguró que Unidas Podemos no había sido advertido de que ese asunto -un crédito extraordinario con cargo al Fondo de Contingencia - se aprobaría en el Consejo de Ministros de este martes. Ni se había acordado en el seno del Ejecutivo ni los ministros de Unidas Podemos fueron avisados.  

Muy poco después, Moncloa la rectificó públicamente con un comunicado en el que se revelaba que este tema se trató en la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios de la semana pasada y "la propuesta fue estudiada y validada sin que se produjera ningún tipo de intervención en contra". La versión de Unidas Podemos es que se introdujo al final, como una propuesta del Ministerio de Hacienda y sin detallar el coste del crédito extraordinario.

Fuentes socialistas destacan la mala gestión política de este conflicto, a pesar de que la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, trató ayer de no alimentar más la polémica. La sensación en buena parte del PSOE es que el Ejecutivo proyecta ante la sociedad una imagen de "desgaste", que se ha visto reforzada por la debacle en las andaluzas. Y que lo hace además ante el debate del estado de la nación, la próxima semana en el Congreso, que debería suponer un revulsivo para vender la acción del Ejecutivo. No es la mejor manera de que los dos socios lleguen a esta cita, aseguran las fuentes consultadas. 

Desde antes incluso de la sonora derrota en Andalucía se ha instalado en la organización la idea de que es necesario un cambio de Gobierno, con ministros más políticos, que no se dediquen a hablar sólo de su área, y que sepan trasladar de manera coral las decisiones del Ejecutivo. Hay preocupación porque el PP de Alberto Núñez Feijóo atrae a votantes socialistas, como se ha demostrado en las andaluzas. 

Giro de Díaz con Podemos

Pero es que, además, se entiende, y este es el temor que ha crecido esta semana, que se está facilitando el reforzamiento de Yolanda Díaz. Fuentes socialistas creen que la vicepresidenta está tratando de "alejarse" del PSOE, dando más peso a su voz dentro del Ejecutivo. Y que las desavenencias por el aumento del gasto en Defensa se lo han favorecido. Este nuevo papel de liderazgo de Unidas Podemos, en ocasiones mucho más difuminado, se produce justo cuando se atisba una reconciliación en el espacio morado.

La comunicación entre Díaz y la secretaria general del Podemos, Ione Belarra, se ha visto muy resentida porque la vicepresidenta segunda se ha sentido tutelada desde la distancia por Pablo Iglesias y eso ha contaminado las relaciones tanto con la ministra de Derechos Sociales como con Irene Montero. Pero en las últimas semanas, justo después del fiasco que todos han sufrido en Andalucía, se observa un cambio. De evitarse en algunos actos o fiscalizar dónde acudía o quién hablaba Díaz a volver a compartir convocatorias. La semana pasada Díaz, Belarra y Montero coincidieron en la celebración institucional del Ministerio de Igualdad con motivo del Orgullo. Y está prevista la participación de la vicepresidenta en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid, organizado por Podemos, los días 18 y 19 de julio con el título 'La guerra que lo cambió todo: soberanía energética, geopolítica y nuevos derechos'. A estas jornadas acudirá toda la cúpula morada. Belarra, Montero, Iglesias y el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, y el exlíder de la formación Pablo Iglesias.

Esto hace unos meses era impensable. Incluso en el bloque socialista se asumió que las negociaciones, la propia comunicación en el seno del Ejecutivo, debía ser a tres, con Díaz por un lado y Belarra por otro. La sensación ahora es que la vicepresidenta, más posibilista en algunos temas, ha hecho un viraje ideológico para anclarse como gran referente del espacio progresista al margen del PSOE. Pedro Sánchez, a lo largo de toda la semana pasada, pidió a Unidas Podemos una "reflexión" sobre el nuevo sentido que ha adquirido la OTAN como garante de la seguridad tras la invasión ruda de Ucrania. Con argumentos como el cambio de postura de países históricamente neutrales como Suecia y Finlandia. La respuesta que ofrecen en Podemos es que aceptar eso sería "abrir la puerta de la Moncloa a PP y Vox".

A pesar de estas continuas fricciones nadie, ni en el PSOE ni en Unidas Podemos, pone en duda que la coalición se mantendrá hasta que Sánchez convoque elecciones. Pero también todos dan por hecho que, conforme se acerquen las autonómicas y municipales de mayo de 2023 y las generales, la tensión se elevará.